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EL EDITORIAL DE CARLES FRANCINO

Harto de cenizos

Estoy harto de que cuando te preguntan "¿cómo estás, cómo te va?", no puedas responder: "bien, me va de puta madre". Parece casi obligado refugiarse en el: "bueno, ya sabes, no me puedo quejar...". ¡Estoy harto de ese postureo!

El editorial de Carles Francino: Harto de cenizos

El editorial de Carles Francino: Harto de cenizos

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Madrid

Prometo no insistir con referencias al discurso del nuevo rey; referencias que sólo pueden ser ya especulaciones, claro....porque se han dicho tantas cosas y tan seguidas que lo único sensato es sentarse esta noche ante la tele y comprobar si Felipe VI da la talla con el marrón que su hermana Cristina le ha colocado a propósito del "caso Noos".

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Pero miren, la verdad es que hoy lo que sinceramente me apetece es algo tan simple como reivindicar la Navidad. Sí, sí, me gusta mucho la Navidad, me encanta: ¿qué pasa? Ya sé que no es lo más moderno, ni lo más cool, incluso un filósofo escribe hoy en el 'Huffington Post' sobre el dios Consumo., y tiene razón, ¿cómo no va a tenerla?

Ya sé que la música y los villancicos en los centros comerciales son un auténtico peñazo, y también que la cena de esta noche posiblemente acabe como el rosario de la aurora en más de una casa porque la hipocresía aguanta lo que aguanta, ni un minuto más. Pero a pesar de todo eso, estoy con el escritor Josep María Espinás cuando dice que la Navidad, en el fondo, es un gran acto de optimismo colectivo. Y creo que necesitamos de actos así porque además otra cosa: estoy harto de que cuando te preguntan "¿cómo estás, cómo te va?", no puedas responder: "bien, me va de puta madre". Parece casi obligado refugiarse en el: "bueno, ya sabes, no me puedo quejar, con la que está cayendo, que si voy tirando...". ¡Estoy harto de ese postureo! Sobre todo porque bastante gente hay con problemas serios, demasiadas personas que ni Navidad ni leches, que lo único a que aspiran es a sobrevivir. Pero hay otros muchos que han convertido el lamento permanente en una especie de vínculo social. Y a mí eso me revienta porque creo que no nos hace ningún bien, que no sirve absolutamente de nada. ¡Ya está!... Tenía ganas de decirlo. Que pasen una feliz Navidad.

 
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