Sami: "Los musulmanes tenemos un techo en la libertad de expresión que la democracia europea no tiene"

Madrid

Loli es una española de 82 años que se fue a París por amor en el año 60. Allí encontró su sitio y se dedicó al taxi para ganarse la vida. Estuvo allí el pasado 7 de enero, día en el que la rama yemení de Al Qaeda atentó contra la revista satírica Charlie Hebdo. Un acto terrorista que provocó la muerte de 12 periodistas y un ataque a la libertad de expresión.

En ese momento ella se acercó hasta la revista para dejar una flor por los compañeros asesinados y, al volver a casa, reflexionó sobre la labor que llevaron a cabo los policías. Loli, por problemas de salud, no pudo acudir a la manifestación del pasado domingo contra los atentados, por lo que decidió realizar un gesto simbólico que demostrase que ella se solidarizaba con la causa. "Me acerqué a la comisaría de mi barrio y les entregué un cheque con 25 euros para cada uno de los policías asesinados" explica Loli.

Además, para completar su apoyo contra el ataque, compró cuatro ejemplares de la revista a pesar de no ser una gran seguidora del semanal. Un número de Charlie Hebdo que tuvo este miércoles una tirada de 5 millones de ejemplares y que se agotaron en Francia a los pocos minutos de ponerse a la venta. Aquí, en España, se publicará en internet una versión en castellano el próximo sábado 17 de enero traducida por Reporteros Sin Fronteras.

En España convivimos con 1.500.000 de musulmanes y, en el mundo, más de 1.200 millones de personas profesan el islam. Sami es el director del Departamento de cultura del Centro Cultural Islámico de Madrid y, en su caso, explica que los actos terroristas tienen su origen en una minoría politizada dominada por el odio, el rencor y la envidia. Por ello la comunidad musulmana condena actuaciones como las vividas la pasada semana en París: "Si hay un grupo de personas musulmanas que no entienden que los principios del islam son pacifistas, hay que castigarles de acuerdo con la leyes de cada país" afirma Sami.

Desde el Centro Cultural comprenden la frustración de las personas aunque creen que el entendimiento mutuo es lo más inteligente. Lo único que condenan es el humor de las viñetas ya que, por su parte, tienen un techo en la libertad de expresión que la democracia europea no tiene.

Y no hay mejor forma de comprenderse unos a los otros que el conocimiento mutuo de nuestras realidades culturales. Para ello es indispensable dejar clara la diferencia entre árabe, la persona que habla el idioma árabe como lengua materna, y musulmán, los seguidores del islam.

En el caso de islamista e islámico, la primera está relacionada con un movimiento político radical y la segunda con un contexto literario, artístico o arquitectónico vinculado con la religión islámica. El problema viene cuando hablamos del yihadismo. Para occidente, es un neologismo utilizado para designar a la rama más violenta y radical dentro del islam pero, por otro lado, desde la comunidad musulmana defienden que en el islam no hay ramas y que la yihad se debe entender como el esfuerzo realizado por el creyente para ser mejor persona.

En esencia, todo radica en la comprensión, la información y la tolerancia mutua. Y recordemos que los musulmanes son las primeras víctimas de los ataques terroristas y el fundamentalismo.