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Cine y TV

El poderío mexicano marca el paso en Hollywood

La victoria de Birdman, con cuatro Oscar, y el triunfo de Alfonso Cuarón con Gravity el año pasado, marcan la pauta de una nueva lectura del cine norteamericano

La gran escuadra de cineastas mexicanos -Iñárritu, Cuarón y Del Toro- criados a los pechos de Hollywood, resulta que ahora están marcando la estética y el encuadre de la reflexión sobre la desorientación existencial del hombre actual. ¿Qué? El año pasado Gravity utilizó un simple, en apariencia, paseo espacial para hablar de la soledad. Y ahora, Birdman propone un corrido trágico-cómico para meditar sobre el ego.

Los mexicanos se han colado en las tripas de Hollywood y se han subido hasta el cerebro de la gran industria para crear historias eternas pero visualmente subversivas. Tanto el año pasado como este, dos directores mexicanos han aportado la innovación técnica y artística al cine norteamericano.

Algunos dirán que Birdman es un juego barroco de espejos, que se consume en ese magnífico falso plano secuencia. Su planteamiento es tan pretencioso y ególatra que merece la gloria de haber sobrevivido y volado tan alto sin partirse la crispa. Se merece los cuatro Oscar que ha logrado, (película, dirección, guión original y fotografía).

Es una pena que los académicos americanos se hayan dejado llevar por su babosa atracción por las enfermedades, que hacen que los actores que se retuercen en pantalla acaben ganando por goleada ante las interpretaciones ajenas de -sencillamente - seres adultos. Eddie Redmayne resuelve con solvencia y oficio su interpretación de Stephen Hwaking, pero desde luego su trabajo no tiene la profundidad y el patetismo que despliega Michael Keaton en Birdman. No está en el ADN de Hollywood premiar a viejas glorias que llegan del pasado sin un futuro prometedor a la vista. 

El caso de Julianne Moore es similar. Es una grandísima actriz, que borda el papel de enferma de Alzheimer precoz en Siempre Alice, pero este no es ni de lejos el mejor trabajo de su carrera; sin embargo, el hecho de interpretar a una enferma neurológica que ve cómo su vida burguesa cambia por completo, le ha hecho ganar el gran premio de la Academia que con otras sólidas interpretaciones no había logrado.

Merecidos son también los cuatro Oscar que han ido para El gran hotel Budapest, la Academia reconoce, por fin, el universo propio de Wes Anderson, aunque ha premiado antes la originalidad de Birdman. También acertados los premios de Whiplash y los Oscar a los actores de reparto. Patricia Arquette no es una actriz asidua en las alfombras rojas y tampoco en los repartos actuales; pero con Boyhood ha demostrado que hay vida más allá de la delgadez y los papeles estereotipados. J K Simmons ha sorprendido por su papel de ogro en Whiplash, un actor al que casi no habíamos visto en la gran pantalla y que ha logrado dar humanidad a un arquetipo de villano.

Los Oscar 2015 han sido valientes, no solo en el reparto de premios; sino también en los discursos que se han lanzado.

 
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