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Cine y TV

'Enamorarse', o no

Comedia romántica protagonizada por Andy García y Vera Farmiga

Madrid

Celia Johnson y Trevor Howard se conocieron en Breve encuentro de David Lean. Ambos casados, inician una intensa relación salvándose el uno al otro de una vida carente de emoción. Robert de Niro y Meryl Streep se enamoraban como burros en 1984 traspasando la losa de la culpa por la infidelidad en Enamorarse de Ulu Grosbard. En Enamorarse de Adam Roger, Andy Garcia y Vera Farmiga se conocen casualmente durante un recorrido guiado por la Universidad de Middleton con sus respectivos hijos. Y de nuevo surge la chipa entre dos maduritos casados.

enamorarse

Lo que ocurre aquí, que no ocurría ni en la de Lean, ni en la de Grosbard, a parte del género, es que nos encontramos ante dos personajes estereotipados muy recurrentes en este tipo de comedias románticas. Hombre serio y estirado conoce a una mujer divertida e impulsiva, cuya una única función en la película (y en la vida) es la de rescatar a ese hombre encerrado en sí mismo, incapaz de hacer algo espontáneo. Farmiga se convierte en esa mujer prometedora de grandes aventuras y emociones, que hará reaccionar a un retraído y controlado Andy García.

Sería el crítico cinematográfico Nathan Rabin quien se inventase el término Maniac Pixie Dream Girl después del visionado de Elizabethtown, y otorgándoselo a la protagonista Kirsten Dunst. La describía como “"esa criatura cinematográfica burbujeante y superficial que sólo existe en la febril imaginación de escritores-directores sensibles para enseñar a los jóvenes tímidos y pensativos a abrazar la vida y sus infinitos misterios y aventuras”. En los últimos años, han existido claras exponentes del término; Zooey Deschannel en 500 dias juntos, Kate Winslet en Ólvidate de mí, o Natalie Portman en Algo en común, (las tres estupendas películas, dicho sea de paso) aunque bien podíamos visitar el pasado y encontrar múltiples variantes; Barbara Streisand en ¿Qué me pasa doctor?, Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes o la misma Katherine Hepburn en La fiera de mi niña.

El problema es que está tan manido el arquetipo que, o lo retuerces, le das una vuelta o la cosa se hunde. Este el caso. Farmiga es una madurita estupenda, las anteriores citadas Maniac Pixie Dream Girls, veinteañeras, aún no están tocadas por ser conscientes de que la vida es larga, aburrida y mediocre, y esa actitud naive y descarada se la podemos llegar a perdonar. A Farmiga, ya, pues no, inclusive si su hija en la ficción le pone los pies en la tierra cada dos por tres, fiscalizando sus actuaciones hilarantes y disparatadas, implacable, que enfatiza más si cabe la actitud impostada del personaje (en el universo de la película y en la vida misma). Y menos aún, cuando en un momento dado, Andy y ella protagonizan una escena improvisada en un taller de teatro de la universidad, en la que los dos se declaran su infelicidad entre lágrimas. ¡Por cierto! Toda esa secuencia recuerda a una muy parecida y anterior de una película española estupenda, Sin vergüenza de Joaquin Oristrell, en la que Verónica Forqué y Daniel Giménez Cacho tienen que improvisar una escena en un taller de teatro en la que se te ponían los pelos de punta.

A todo esto le añadimos el espantoso outfit de Vera Farmiga en la película, la estilista por favor, que se lo haga mirar. La pobre va hecha un desastre, y la que hace de su hija ni te cuento.

 

 
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