La mujer barbuda
Cada viernes la escritora Almudena Grandes nos obliga a pensar. 13 de marzo de 2015
La columna de Almudena Grandes: 'La mujer barbuda'
01:28
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Madrid
El siglo XXI cada vez se parece más al siglo XIX. Conspiraciones y componendas, sociedades secretas y pactos clandestinos, desigualdad y privilegios, han convertido a España en una barraca de feria donde monstruos nunca vistos compiten ferozmente por el trono de la mujer barbuda. Nunca se había visto que la Agencia Tributaria le negara a un juez un informe sobre las irregularidades fiscales del partido en el gobierno. Ni que un exministro publicara en sus memorias que el aparato del estado contaba con la información necesaria para prevenir el atentado terrorista más sangriento de nuestra historia. Ni que un comisario de policía tuviera 16 millones de euros en paraísos fiscales. En la perpetua subasta de enormidades a la que asistimos, es difícil calcular a cuánto ascenderá la próxima puja, pero frente a los grandes números, tomo partido por las pequeñas personas.
En el sumario de la denuncia interpuesta por la dermatóloga Elisa Pinto contra el empresario Javier López Madrid por acoso sexual, consta la siguiente declaración: “En junio de 2013, Javier López Madrid me dijo que había contratado a un comisario, Pepe Villarejo, de las cloacas del Estado, experto en generar coartadas falsas y poner en su sitio a las chulas.” En cualquier país del siglo XXI, este testimonio bastaría para suspender cautelarmente al comisario y dar explicaciones a los ciudadanos. En España, el ministro del Interior no sólo ampara y protege a Villarejo, sino que lo presenta como un héroe de la lucha antiterrorista. En el siglo XIX se levantaban barricadas por mucho menos.