La Diosa de Samotracia triunfa de nuevo en el Louvre

París

Esculpida 190 años a.C, esta estatua sin cabeza ni brazos es una de las tres vedettes del Louvre, junto a la Mona Lisa y la Venus de Milo. Tras ser restaurada durante dos años y medio, la Victoria de Samotracia ha vuelto a su lugar histórico en el Museo, en lo alto de la escalinata Daru, en el ala Denon del Louvre.

Los visitantes pueden distinguir ahora el bellísimo mármol blanco de Paros utilizado para el cuerpo, del mármol gris de Lartos (Rodas), empleado en la proa del barco que sirve de base. La Victoria, tallada por un artista desconocido, probablemente de Asia Menor, fue localizada en 1863 en la Isla Samotracia, al norte del Egeo, por un arqueólogo aficionado y vicecónsul francés Charles Champoiseau. Doce años después, un arqueólogo austríaco halló en el mismo santuario de los Grandes Dioses piezas de la nave que la sostiene.

Nunca se han encontrado ni la cabeza ni su ala derecha que fue reemplazada por una copia. Cien años después en los alrededores de las ruinas de esa isla verde se encontró una mano, que se muestra ahora en la exposición, junto a algunos frisos de los templos y reconstrucciones varias.

“Restauramos porque hay un problema de limpieza en la superficie, pero debemos verificar que podemos transmitir este monumento a las generaciones que siguen, que su estructura está bien. Además nuestra labor consiste en tratar de comprender estas obras”, manifiesta Jean-Luc Martínez, presidente del Louvre, que además de catedrático de Historia del arte, es arqueólogo y apasionado de Grecia.

Martínez muestra orgulloso esta restauración que ha costado 4 millones de euros, sufragados en gran parte por donaciones particulares. La limpieza en la que han trabajado 30 conservadores internacionales ha desvelado algunas sorpresas, como estaba policromada, como casi todas las estatuas griegas de la antigüedad. Había restos de azul egipcio en el manto y otros pigmentos en las plumas.” Sabemos que la blancura griega es un mito absoluto”, recuerda el comisario de la exposición, Ludovic Laugier.

“Es muy impresionante, y la restauración muy acertada”, comenta una estadounidense de Missouri junto a su marido. Al lado, una mexicana exclama: “es una belleza”. Como estas dos turistas, unos siete millones pasan cada año a contemplar esta estatua de 2,75 metros, la más monumental que se conoce de la época helena.

La delicada diosa alada, una Victoria (o Niké en griego) debió ser una ofrenda a los Grandes Dioses de Samotracia, conmemorando probablemente la batalla naval de Side que enfrentó a Macedonia y Pérgamo. En las últimas semanas algunos manifestantes en París han empleado este icono para reclamar la solidaridad europea con Grecia.