Las hojas caídas de la Primavera Árabe

Madrid

Para millones de sirios el conflicto tiene un significado poco práctico. Les recuerda que nadie puede devolverles las vidas perdidas, también sus medios de vida destrozados, la inocencia robada, saqueados los tesoros históricos y una nación resquebrada por cuatro años de violencia.

Eso es el caso de los sirios, pero en el resto de los países árabes que iniciaron su primavera de revueltas, para esos ciudadanos, las aspiraciones ya no son tan elevadas como elegir entre una tiranía y la libertad, entre una dictadura y una democracia.

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Esos derechos universales como los políticos, la dignidad, las oportunidades económicas que provocaron los estallidos del 2010 y 2011, han quedado en baúles olvidados tras el derramamiento de sangre, el caos y la muerte.

Los que antes gritaban y exigían la caída de algunos regímenes, ahora quieren el orden y la seguridad que antes no valoraban. Y lo quieren por encima de todo lo demás. Según Hassan Hassan analista de Oriente Medio y autor del libros, ISIS: Dentro del ejército del terror , ciudadanos de Siria, Libia, Irak, Yemen y Egipto continúan en un estado de destrucción muy alejado de sus ideales. Ahora lo que todos esperan es el fin de la violencia y que vuelta la estabilidad en algún momento, según explica en declaraciones a Al Jazeera.

El polvorín que reventó en diciembre de 2010, cuando miles de personas arriesgaron sus vidas para protestar contra Ben Ali en Túnez, contra Hosni Mubarak en Egipto, contra Abdulla Saleh en Sudán, contra Omar al Bashir o contra Nuri al Maliki en Irak y de modo más esporádico contra los gobiernos de Jordania, Bahrein y Omán. Cuatro años después nadie auguraba las consecuencias no deseadas de estas revueltas, con la bandera negra del Estado Islámico desplegándose por Irak y el Levante cuyas ramas siguen apareciendo en un estado fallido tras otros a pesar del operativo internacional liderado por Estados Unidos para degradar y destruir su infraestructura y sus avances.

Siria es junto con Irak la zona cuyo conflicto ha sido más sangriento en todo Oriente Medio. Muchos ya advertían que las revueltas se convertirían en guerras sectarias y civiles, pero les tachaban de agoreros y antidemocráticos. La confrontación y la destrucción se hicieron dueños del terreno y la gran pregunta ¿las revoluciones árabes son las culpables del ascenso islamista y la destrucción de sus países?

En Libia, los revolucionarios que derrocaron a Gadafi, terminaron peleando entre ellos dejando un país sin gobierno, matando a miles y obligando a 40.000 personas a abandonar sus hogares, y por si aún no fuera suficientemente malo, el ISIS está haciéndose fuerte también en este país.