Los otros olvidados por el Alzheimer

Hace siete años, Pablo Barredo lo dejó todo para cuidar a su madre, enferma de Alzheimer. Pablo explica que nadie pone en duda que “el enfermo es la víctima principal, pero el cuidador tiene que llevar toda esa carga, hasta el punto de que pierde la noción de conciencia con el mundo. El cuidador está siempre ahí, al pie del cañón, y el desgaste físico y psicológico es tremendo”.

Tan aislado como el enfermo, Pablo reconoce que uno también acaba perdiendo el contacto con la familia, los amigos… Cuando su madre falleció, hace dos años, constató que él se había convertido en la segunda víctima del Alzheimer. “Creía que la parte más dura iba a ser la del cuidado, pero lo que viene después también lo es. Primero porque somatizas mucho toda la tensión que has estado acumulando durante tantos años, y luego porque te encuentras con la situación de replantearte qué haces con tu vida después de años”, en mucho casos décadas, cuidando de un ser querido.

Para compartir su experiencia, Pablo Barredo abrió un blog, Diario de un Cuidador, que hoy es un foro de referencia en castellano en las redes sociales. El blog se convirtió en libro y en una fundación, que ahora quiere ayudar a los miles de cuidadores que viven doblemente aislados: “parece mentira que en las comunidades rurales los cuidadores de enfermos estén mucho más solos, que sean aún más estigmatizados por los vecinos”.

Historias como la de Pablo se cuentan en el mundo por millones, aunque no hay una estadística exacta de cuidadores, y muestran una lección más de vida: que no nos olvidemos de los otros olvidados por el Alzheimer.