Hoy por HoyEl editorial de Pepa Bueno
Opinión
LA OPINIÓN DE PEPA BUENO

¡Qué vergüenza!

Hoy no vale ya con los golpes de pecho. Hace falta cambiar y armonizar las normas europeas de inmigración, sustituir o completar las tareas de control de fronteras con las de rescate, tratar como a seres humanos a los inmigrantes y acoger a los refugiados

¡Qué vergüenza!

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Madrid

La Unión Europea reacciona de urgencia, otra vez, arrastrada por la vergüenza de la muerte de mil personas, o eso creemos porque no sabemos ni sabremos nunca cuántos han muerto esta vez, ni cuántos mueren cada día sin enterarnos. Les ponemos la etiqueta de inmigrantes o refugiados, que huyen de la guerra o de la hambruna, que es otra guerra y ya está. Pero tienen nombres y apellidos, familias y un proyecto vital como el suyo, que me escucha ahora mismo en casa o en el coche, o como el mío, aunque ellos lo tenga infinitamente más difícil que nosotros. Pero como nosotros, con derecho a que se les identifique de uno en uno, se atienda su historia y se obre en consecuencia. Es lo que dice la ley, no la solidaridad, ni la caridad ni la humanidad, lo dice la ley. No intentar rescatarlos, identificarlos y atenderlos es un delito que viola el Derecho del mar, el deber de socorro, el derecho internacional de los refugiados y todos los convenios que obligan, sí obligan, a la Unión Europea.

Hace solo una semana dos eurodiputadas italianas, una conservadora y otra socialdemócrata, proponían en la Eurocámara más o menos las medidas que ayer decidió de urgencia la UE. ¡Qué vergüenza que se activen ahora a toda prisa arrastrados por la muerte masiva, como ya ocurrió en Lampedusa hace año y medio, sin que sirviera de nada! Y todavía hay quien habla de que rescatarlos provoca un efecto llamada. Habrá que decir y repetir una y mil veces que el efecto llamada, o mejor, el efecto salida, lo provocan el hambre y la guerra, y no hay medida disuasoria que evite el impulso de huir de ellos.

Hoy no vale ya con los golpes de pecho. Hace falta cambiar y armonizar las normas europeas de inmigración, sustituir o completar las tareas de control de fronteras con las de rescate, tratar como a seres humanos a los inmigrantes y acoger a los refugiados. Y hacer pedagogía aquí, a este lado. Explicar, por ejemplo, que por muy espectaculares y masivas que parezcan las llegadas, Europa, todo el continente, acogió el año pasado sólo a 7.500 demandantes de asilo, mientras Estados Unidos acogía a 57.000. No es verdad que estemos desbordados, lo están los pequeños pueblos, ciudades o islas italianas, griegas y españolas que son la frontera y a los que se ha dejado solos. Ellos sí están desbordados, pero el continente europeo no lo está. Y el goteo va a seguir mientras la inestabilidad política o la falta de todo sea la norma del Mediterráneo para abajo.

 
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