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Ocio y cultura
LAS COSAS DE LA TANA

Claro que te deseo

Celia Blanco reflexiona sobre el deseo, con mayúsuculas

Madrid

Más que manos lo suyo tienen que ser manazas. Dedos como un muestrario de pollas para que cualquier acercamiento, rozamiento o inmersión de los mismos, tenga garantizado el éxito. Manos enormes para cogerme del culo y más de un metro ochenta y cinco para que me cuelguen las piernas cuando lo haga a pulso.

¿No puedes conmigo? ¡Qué pena! Con lo peliculeros que me brotan a mí estos atracones de sexo..

Comencemos por ahí, sí. Engancha con uno de esos dedazos la gomilla de la braga justo en la costura donde la ingle pasa a llamarse labio. Ahí; justo. Tócame con cada uno de esos falos de diferentes tamaños. Repasa milímetro a milímetro hasta llegar a donde ambos queremos. Entra, sal; vuelve a entrar y busca. Busca el premio que corrobore que hice bien en elegirte entre toda la colección de mercaderías. Firma a lametazo limpio el contrato que une mi sexo al tuyo, mi gemido a la muesca en tu revólver, mis uñas a tu espalda y mis dientes a tu cuello. Haz que me corra primero y no deje de hacerlo cuando quieras seguir; bájame de tus brazos, apóyame en esta pared, sepárame las piernas y entra. Pégame la cara a la pared y suelda tu carne a la mía. Tírame del pelo, muérdeme el cuello, no dejes que levante la palma de las manos de la pared y centraliza toda esa fuerza en empujarme por detrás. Con fuerza. Con todas tus fuerzas hasta que rinda yo las mías.

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Grúñe; hazme bufar. Hazme feliz.

Puedo permitirme el lujo de elegir los componentes de toda esta recreación. De incumplir la norma que quieran, el formalismo que elijan, la educación y romanticismo con el que quieran almibarar todos y cada uno de sus polvos. Yo quiero mi media cucharada de ñoras, de guindillas, de pimentón picante de la Vera en el aceite en el que pochamos la cebolla. Aunque salpique fuera de la sartén, aunque me queme. Que sea el dos por dos de las manazas el que me agarre de las tetas por la espalda obligándome a trazar ochos con la cuchara de madera en la que crepita el sofrito.

Que sea él y no otro el que convierta esta cocina en la mejor de las camas.

Tengo mi propia liturgia de lo que quiero. Claro que te deseo…

¿Y tú a mí?

 
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