El huérfano de Mauthausen y el niño judío que se convirtió en republicano
Las vidas de José Alcubierre y Siegfried Meir se cruzaron en Mauthausen aunque ellos no se conocieron hasta hace unos meses, cuando un periodista, Carlos Hernández, decidió escribir un libro sobre los deportados españoles. En su primer encuentro Juan se enfadó con Siegfried porque este, 70 años después, se empeña en olvidar y él, 70 años más tarde, cree que el recuerdo no es una opción sino un deber para las generaciones futuras.
José Alcubierre, que hoy tiene 89, llegó a Mauthausen desde Anguleme en el convoy de los 927, el primero con civiles españoles enviado a un campo nazi. Juan recuerda el viaje, cuatro días encerrado en un vagón junto a su padre. La salida del convoy, los gritos en alemán, su gesto con las manos indicando que tenía 15 años, un gesto le llevó al mismo lado en el que habían puesto a su padre. Recuerda las duchas, el frío, cómo le rasuraban y el barracón 18 al que le destinaron. José nos cuenta lo del pan, una pequeña historia de su vida en Mautahusen.
Deportados españoles en Mauthausen
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Un día, por la mañana, mi padre me dio un pedazo de pan, era su ración del día anterior, lo había guardado para mí. Yo no quise cogerlo pero el me obligó. Entonces se obedecía siempre a los mayores así que acabé cogiéndolo.
Desde ese día me escondía todas las mañananas para no tener que comerme su pan. El padre de José murió en Gusen, un sub campo de Mauthausen, en la cantera de granito donde los presos tenían que subir 186 escalones cargando piedras de más de veinte kilos de peso.
Siegfried Meir era un niño judio nacido en Alemania. Fue deportado junto a sus padres a Auschwitz en 1943 y el único de la familia que logró sobrevivir. Antes de la liberación de ese campo los nazis decidieron trasladarlo junto a otros presos a Mauthausen. El viaje lo hicieron en invierno, un tren descubierto, lo único que recuerda es el hambre y el frío. El niño llegó enfermo, en brazos de alguien a quien nunca pudo identificar, tenía 10 años y el comandante del campo, tampoco sabe por qué, decidió que un español, Saturnino Navazo, se ocupara del él. 70 años después aún recuerda la sonrisa de Navazo y se emociona. Siegfried entró en Mauthausen como un niño judio nacido en Alemania y salió como el hijo de un republicano español. Cuando llegaron los americanos, cuenta, les dije que me llamaba Luis Navazo para poder seguir junto a mi padre.