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El punto está de moda

Las labores de punto y ganchillo ganan adeptos. También entre los hombres. Ayudan a socializar, mejoran la autoestima y algunos médicos las recomiendan como ejercicio contra la artrosis.

Madrid

Hacer punto es como conducir o montar en bicicleta: una actividad complicada al principio que, con la práctica, se llega a realizar de manera mecánica. Adriana Núñez, que imparte talleres para enseñar a tejer mediante distintas técnicas, señala que tiene muchos aspectos positivos. "Si se teje en grupo, es una forma de socializar y de hacer amistad. Te sientes mejor, porque se colabora con los demás. Evita el estrés y la ansiedad. Hace que estés pendiente de un trabajo. Ayuda a la memoria, porque hay que estar concentrado. Aumenta la autoestima: una prenda que llevas puesta porque la has hecho tú, hace que te sientas mejor. Algunos médicos recomiendan también las labores de tejer y de ganchillo para favorecer la movilidad de las manos y mejorar la artrosis".

Adriana es aparejadora y aprendió a tejer de niña, cuando su abuela le explicó la técnica. Pero lo dejó. Cuando se quedó en paro en la empresa de construcción en la que trabajaba, decidió presentarse a una oposición. Los ratos libres los ocupaba haciendo punto y ganchillo, cuyo estilo fue perfeccionando a través de vídeos que buscó en Internet. Al final terminó abriendo una tienda de labores en un pueblo de Cantabria, donde también imparte los cursos. "La gente entraba con curiosidad. Sobre todo muchas abuelas para enseñarme los trabajos que habían hecho ellas, como manteles o ropa de cama. Al principio tenía dos o tres personas por taller, y ahora tengo una media de veinte o veinticinco cada mes, y además de todas las edades".

Tejer es cosa de hombres

No existe una idea exacta del momento en el que se comienza a tejer a mano y con agujas, aunque se sabe que la técnica se desarrolló en la antigüedad. Se cree que fueron comerciantes de oriente los que expandieron el arte de tejer hacia Europa, donde surgieron los primeros gremios medievales de tejedores. En aquel momento, curiosamente, era una labor reservada exclusivamente a los hombres. Hoy en día, tejer se ha convertido en una actividad pasatiempo, que relaja y que, además, ayuda a confeccionar prendas únicas y personalizadas. Se puede hacer punto; ganchillo 'XL', que sirve para elaborar alfombras o cestos; ganchillo común, con el que se puede tejer ropa, cojines, mantas, cortinas, etc.; y 'amigurumis', o muñecos de lana.

Ahora, es una labor que se relaciona casi siempre con mujeres. Pero Adriana, que tiene hombres entre los alumnos de sus talleres, señala que se les da fenomenal. Uno de ellos, apunta, "hace cosas para su mujer, hace cosas para él... Creo que tendríamos que quitarnos el estereotipo de la mujer haciendo las labores, porque hay hombres que son muy manitas". Ese alumno se llama Luis Gerardo Moldes, es ingeniero informático y asegura que siempre le llamó la atención el trabajo artesanal, precisamente por su profesión, en la que se pasa el día conviviendo con tecnología punta. "Es una actividad necesaria que se está perdiendo. Y no es [necesaria] porque sea algo tradicional, sino porque es algo bueno para el cerebro y para nuestras manos. Estamos acostumbrados a tenerlo todo ya, y prácticamente a un click, a un movimiento de un dedo, y creo que esto nos viene muy bien". Luis está trabajando ahora en una alfombra. Ha hecho bufandas y gorros para su mujer o para alguna amiga, también algún elemento decorativo para casa, y ya está pensando en aprovechar los ratos libres del verano para hacer un jersey.

Varias personas aficionadas al punto y al ganchillo celebran en Laredo (Cantabria) el Día Mundial de Tejer en Público / Adriana Núñez

Isabel, que ahora es profesora en una escuela de idiomas, recuerda a un compañero de facultad que también hacía punto. "Es militar de alto grado y muy activo. Estudiaba psicología, alemán y hacía punto y cocinaba para relajarse". También Amaya tenía un amigo en el instituto a quien se le daba muy bien tejer. "Teníamos una asignatura que se llamaba 'Hogar', en la que una de las tareas era hacer punto. Yo sólo conseguí hacerme unos calentadores, porque no se me daba nada bien. Pero este compañero se hizo un jersey con su letra en otro color".

El precio de una prenda única

¿Sale más caro tejerse una prenda que comprársela ya hecha? Nati dice que sí. "Económicamente no compensa porque la lana, si quieres que sea buena, es cara. Te cuesta más la lana que comprar la bufanda hecha. Pero es la satisfacción de hacerlo". Adriana, sin embargo, distingue entre marcas a la hora de comparar. "Depende. Si te quieres hacer un jersey de lana 100% merino, a lo mejor te gastas 50 euros en ovillos y luego te lo tienes que hacer. Pero te puedes gastar un poco menos, con lanas con mezclas de acrílico o de algodón, te puede salir por 30 euros. Si lo comparas con marcas de ropa de más renombre, te saldrá más barato".

Carlos Cala

Carlos Cala

Empieza en la radio en 1992, en la emisora de la Cadena SER en Morón de la Frontera, trabajo que simultanea...

 
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