De las parejas de hecho al matrimonio de pleno derecho
Fueron muchos, muchísimos años de lucha por parte de la comunidad homosexual para conseguir algo tan básico como la igualdad. Igualdad reflejada de manera especialmente simbólica en las reivindicaciones para conseguir la aprobación del matrimonio homosexual. Cierto es que, hasta aquel momento, se habían hecho progresos en la materia con leyes y registros de parejas de hecho, así como con la apertura a la posibilidad del acogimiento y la adopción de niños. Pero no fue hasta junio de 2004 cuando, tras la aprobación en el Congreso de una proposición de ley del PSOE instando al Gobierno a iniciar los trámites para modificar la legislación civil para permitir casarse a personas del mismo sexo, y la posterior redacción del anteproyecto, que la posibilidad de conseguir la aprobación del matrimonio homosexual empezó a tomar verdadero cuerpo.
El nombrado anteproyecto de ley fue aprobado el 30 de diciembre de 2004 por el Gobierno y comenzó su tramitación el 17 de marzo de 2005, a pesar de la dura polémica desatada al incluir la posibilidad de la adopción de niños, y tras un informe de la Comisión de Estudios del CGPJ, que expresaba sus dudas sobre la constitucionalidad del anteproyecto.
Desde la Iglesia, se alzaron voces como la del arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, que se metió en terrenos pantanosos con declaraciones como esta: “Yo pongo un ejemplo: si yo decido que el robar es bueno para mí, ¿quién me lo impide sino que se trata de la libertad? Después también que no se diga que es el respaldo de la mayoría, que la mayoría lo pide. La mayoría también pidió a Hitler. ¿Tenía razón la mayoría? Pues no tenía razón, por eso no es la dialéctica de las mayorías o las minorías, sino que lo que hay que respetar es la verdad de las cosas”. Por su parte, el por entonces Presidente de la Conferencia Episcopal decía que “La función de la madre es insustituible en la historia del niño. Romper esa triple relación de maternidad, paternidad y filiación por cualquiera de sus partes, falsificarla a través de parejas del mismo sexo sólo puede ocurrir, más allá de causas inculpables, a costa del más débil, del niño. Pero luego también de las vidas frustradas de sus padres y de la desestructuración y grave perturbación de las familias”. Desde el Vaticano se pidió a los funcionarios que se negaran a llevar a cabo los matrimonios –el arzobispo de Castellón, Juan Antonio Reig Plá, dijo “Si a cualquier alcalde le obligan a sacrificar su conciencia y le obligan a ejecutar los actos por los cuales tiene que ir contra su conciencia, rectamente formada, tiene que llegar a la desobediencia civil”-, y fue el PP el que presentó en el Senado una enmienda de ley para permitir esas abstenciones por motivos de conciencia, que finalmente fue aprobada.
A pesar de todo, y aún con los vetos de PP y de Unió, la ley llegó al Pleno del Congreso, y el 30 de junio pasó a la Historia de España como el día en que se aprobó la ley del matrimonio homosexual, con 187 votos a favor, 147 en contra y 4 abstenciones.
El recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP en el que insistía en la necesidad de utilizar para estas uniones un término diferente a “matrimonio” –y que fue rechazado tras siete largos años- no puso freno a la ley, que entró en vigor el 3 de julio de 2005, y vio su primera boda celebrada 8 días más tarde en la localidad madrileña de Tres Cantos.