Cuando el olvido te lleva al éxito
Uno de los mayores éxitos de Ella Fitzgerald surgió de un despiste durante un concierto en Berlín. Esta es la historia de la mejor versión de ‘Mack the knife’
Ella se subió al escenario con confianza, con la misma de siempre, con su vestido favorito y sus pendientes largos con forma de péndulo. Con esa sonrisa contagiosa que había enamorado al público europeo. Aquella noche de febrero en Berlín, junto a The Paul Smith Quartet, Ella entraría, de forma involuntaria, en la historia de la música.
Era el invierno de 1960 y Fitzgerald se encontraba en el mejor momento de su carrera. Tenía las tablas que dan debutar a los 13 años y una voz perfectamente afinada tras pasar unos años de intensas giras por los mejores escenarios del mundo. Pero aquella noche en Alemania todo fue diferente. Tras un recital perfecto con temas como ‘The Lady is a tramp’, ‘Misty’ o ‘Summertime’, Ella se preparó para cerrar la velada con ‘Mack the knife’, un tema surgido de un opera alemana estrenada en 1928 y que llegó a los Estados Unidos gracias a la reinterpretación que en 1956 había hecho Louis Armstrong y que en los siguientes años grabaron todas las grandes voces de la música americana, la mayoría hombres.
“Me gustaría hacer ahora una canción especial, una canción que muy pocas chicas han cantado. Se ha vuelto muy popular últimamente y me gustaría cantárosla. Espero acordarme de toda la letra”, explicó Fitzgerald antes de comenzar su surrealista y brillante interpretación de ‘Mack the knife’. Surrealista porque no tardó demasiado en olvidar los versos de la canción y brillante porque la improvisación que salió de aquel club berlinés le valdría dos premios Grammy y que el disco en directo que se editó de aquella noche entrase en el Salón de la Fama de la Música.
Como si de una maldición se tratase, Ella perdió la memoria a las pocas estrofas. No importó demasiado. Tenía suficientes tablas y demasiado talento para que ese pequeño detalle estropease la noche. Solo los más grandes saben convertir sus peores fallos en sus mejores aciertos. Unos años antes le sucedió a Ray Charles, que se quedó sin repertorio en un concierto en Pittsburgh y de su improvisación surgió ‘What I say’, su primer número uno. Ella consiguió algo parecido sin ocultar su fallo. Tras los doce primeros versos, la gran dama de Virginia perdió el hilo pero siguió adelante. “Cuál es el siguiente verso de esta canción, no lo recuerdo. Era una canción de swing, una canción popular, vamos a intentar cantar Mack the knife”, cantó la estadounidense siguiendo el ritmo y entre risas. Fitzgerald no recordó nada más de la canción pero siguió con gracia y elegancia susurrando que antes que ella la habían cantado Bobby Darin y Louis Armstrong y que ahora ella y sus chicos estaban naufragando. “No la reconoceréis, es un éxito sorpresa, esta canción, este ‘Mack the knife’ y aquí os dejamos, en Berlín, y nos volvemos, nos vamos, os la dedicamos… es ‘Mack the knife”, cantó a modo de cierre. Aunque aquella no fue la última canción, todavía quedaba un ‘How high the Moon’ de siete minutos que puso al público en pie tras una interpretación salvaje, feroz y veloz que 65 años después sigue demostrando que no ha habido nadie como Ella Fitzgerald.
Verve editó el disco de aquella noche de invierno en Berlín unos meses después. El álbum fue un enorme éxito y su versión de ‘Mack the knife’ conquistó al público por su simpatía y por ese ‘show must go on’ (el espectáculo debe continuar) de Ella Fitzgerald, una de las primeras mujeres en cantar ese éxito de hombres, ese tema cantado y versionado a lo largo de los años por todo tipo de artistas como Sinatra, Tony Bennett, Marianne Faithfull, Nick Cave, Tito Puente, Michael Bublé o más recientemente Mark Lanegan. Muchas versiones diferentes de una misma canción, una canción extraída de una ópera alemana de los años veinte que Ella Fitzgerald hizo suya más que nadie.