La semilla que arraiga la corrupción

Madrid

Son tan sentimentales... En el fondo, sus debilidades son muy humanas, deberíamos incluso sentirnos muy cerca de ellos. Porque la vida se gasta para todos de forma implacable y cada año, cada vez que pasamos página, casi todos intentamos conjurar la nostalgia y, para conseguirlo, convocamos a la familia y a los amigos. Y un empresario nos paga los músicos, los castillos hinchables para los niños, el confeti, unos payasos por aquí, los globos de allí, muchos globos, mucho confeti, unos canapés, algo de bebida y muchas risas y muchos abrazos. En fin, una fiesta de cumpleaños como la suya o como la mía. Todo muy humano porque, en el fondo, la corrupción no está reñida con el corazón y con las entrañas. Gurtel o Púnica, Púnica o Gurtel. O la BBC de los corruptores, alguna boda, unos cuantos banquetes y un puñado de cumpleaños en los que, quien sabe, quizá un empresario pagaba mientras otros compraban voluntades.

La Operación Punica nos sitúa de nuevo ante el ámbito municipal como semillero en el que arraigó con fuerza la corrupción. Hoy es la Púnica, ayer fue Gurtel, el caso Innova, el caso Rabassa en Alicante, el caso Brugal, la Operación Pokemon o el prehistórico caso Malaya. La semilla de la corrupción arraigada en la administración local. Todos estos casos confirman que hay un grave defecto de construcción en el entramado administrativo municipal. La arquitectura de esa escala básica del sistema ha fallado, los políticos acabaron por dominar la administración, desplazar a los técnicos, desactivar a los funcionarios y manejar a su antojo presupuestos, contratos, adjudicaciones y gastos. Sería ingenuo pensar que en el nuevo tiempo político que vivimos, la tentación no volverá cuando el dinero regrese a las arcas de los ayuntamientos. Una reforma electoral permitirá que gobierne el más votado pero nunca garantizará que gobierne el más decente. El que pague con su dinero su fiesta de cumpleaños.