La Horca: terror autofilmado

Madrid

El llamado “found footage”, es decir, aquéllas películas contadas a partir de supuestas grabaciones realizadas con anterioridad, es un género cinematográfico fascinante en la teoría pero poco coherente en la práctica. Desde Holocausto caníbal, hasta Paranormal Activity pasando por El proyecto de la bruja de Blair, todas incurren en la misma contradicción. ¿Por qué unos individuos que están en peligro de muerte se ponen a grabar con sus cámaras digitales todo lo que sucede a su alrededor? ¿Son tan ególatras los protagonistas que piensan dejar para la posteridad el testimonio de su propia agonía y muerte? ¿No sería más conveniente salir corriendo en busca de ayuda antes de encontrar un encuadre voluntariamente imperfecto? La pretensión de conseguir realismo y veracidad consigue en estas películas justamente lo contrario: que todo lo que se ve en la pantalla parezca falso y en muchas ocasiones hasta grotesco, por mucha mareante cámara en mano que se utilice.

Esto es lo que le sucede a La Horca, un film de terror que se convierte en un ejercicio de estilo destinado a la autosatisfacción personal del director, es decir un mero placer onanista. Por el camino se deja lo esencial, es decir, contar medianamente bien una historia.

A estas alturas debería de quedar clara que unos cuantos sustos autofilmados no bastan para hacer una buena película de terror.