La travesía de Younes Ouada
Younes es un marroquí que con 14 años llegó a España desde Tánger escondido en el eje de la rueda de un camión
Madrid
Desesperación. Eso es lo que llevó al joven Younes a intentar cruzar la valla de Melilla en varias ocasiones, ni siquiera se acuerda de cuantas veces falló. Quería huir de Nador, su ciudad natal al noreste de Marruecos. Allí no tenía un futuro asegurado. Ni educación, ni empleo, ni esperanzas de lograr una vida mejor. No tenía nada que perder y quería cumplir su sueño: ser ciudadano español.
Era tan solo un niño de 14 años cuando se encaramó al eje de la rueda de un camión de mercancías con destino Algeciras. Resistió acurrucado durante varias horas hasta que el camión se detuvo definitivamente. Y supo que había llegado a España.
En el momento en que salió de su escondite, lo detuvieron y lo llevaron a una comisaría de policía. De lo que pasó a continuación, no guarda buenos recuerdos. Un policía lo golpeó, al confundirlo con otro inmigrante que había vomitado en el suelo.
Quiso denunciar el golpe, pero claro, era menor, no tenía papeles y desconocía los trámites para interponer una denuncia. Tras procesar su primera impresión de España y después de convencer a las autoridades de que, en efecto, era menor de edad, lo internaron en un centro de menores. Allí resistió 3 semanas. Cuenta que en ese tiempo, lo amenazaban con avisar a su familia si causaba problemas.
Entonces, al final, se escapó. Tras pedir limosna durante varias horas, consiguió el dinero suficiente para avisar a sus padres, quienes ya le daban por muerto. "No les culpo", dice, "mueren tantas personas intentando llegar a España", y se le quiebra la voz.
Sus padres llamaron a unos conocidos que vivían en la península y le recomendaron que se pusiera en contacto con una asociación bilbaína, dedicada a salvar a menores de edad como él de acabar en la calle.
Al cumplir los 18 años, lo expulsaron del centro, al haber abandonado la minoría de edad. Pero no le importaba. Con la ayuda de la asociación, había conseguido una residencia, hablaba español a la perfección e incluso había hecho un curso sobre soldadura. Ahora, Younes colabora en la fundación con jóvenes que se encuentran en la misma situación que cuando él llegó a España.
La asociación pretende precisamente dar cobijo y formación a aquellos inmigrantes que no tienen dónde ir. En otras palabras, les dan una segunda oportunidad. Y Younes agradece el apoyo y la confianza depositada en él cuando las autoridades, dice, lo querían fuera de España: ese momento en que se dio de bruces con una realidad en la Península que no era la que se esperaba.
Con 25 años, él mismo se siente parte de todas esas noticias que salen cada día sobre la llegada de miles de inmigrantes a Europa, el naufragio de pateras, la muerte de cientos de personas que, como él, solo buscan una oportunidad.