La economía de las segundas veces

En lo que a consumo se refiere, el reclamo de la ostentación vive días amargos. Los discursos de la economía colaborativa, tan presentes a partir de la recesión, nos invitan a actuar en un abanico amplio: y nos animan no solo a compartir coche durante nuestros viajes, sino también a vender lo que ha dejado de hacernos falta o a regalar nuestra comida antes de que caduque. La ola ha encumbrado, también, al tradicional mercado de segunda mano, hasta ahora ciertamente estigmatizado y más asociado al ahorro que a la conciencia social.

Aplicaciones móviles para comprar objetos de nuestros vecinos, boutiques de importación de ropa usada, hasta dinero de segunda mano, si no queremos cambiar divisas en un banco, o tiendas solidarias a las que regalar nuestros bienes o encontrar lo que queramos a un tercio de su precio en el mercado. Según la Organización de Consumidores, los usuarios estamos perdiendo el miedo a los productos usados: a leerlos, reproducirlos en nuestros DVD o, también, a vestirlos. Con todo, quedan ciertas resistencias entre los mayores de 50 años y clase social más acomodada.

Los bazares de la organización solidaria Piel de Mariposa, nueve en toda la geografía española, trabajan con voluntarios y venden productos donados. Sin embargo, permanecen atentos a los desperfectos: una de las máximas del mercado de segunda mano, también en los establecimientos comerciales, es que usado no equivale a viejo, roto o gastado. "Con las aplicaciones móviles y la ausencia de intermediarios ha llegado, también, la era de la reputación", cuenta Albert Cañigueral, experto en economía colaborativa.

Y aunque la idea de la segunda mano camina junto a la de la economía colaborativa, las leyes aún no han deliberado si esta puede, o no, ser compatible con el ánimo de lucro. Lo que también anota el experto, en cualquier caso, es que las leyes como las estructuras tendrán que cambiar para no saltar por los aires: esa segunda vida de los productos que ya existen, y que hoy muchos prefieren a los que la industria aún no ha fabricado, comprometería muchos puestos de trabajo de seguir creciendo en un sistema productivo como el actual.