Artur Mas debe sonreír por debajo de la nariz

Madrid

El Partido Popular quiere reformar el Tribunal Constitucional. Quiere dotarlo de capacidad sancionadora si se incumplen las sentencias. Y tiene prisa para hacerlo porque esta mañana, y por sorpresa, ha presentado en el Congreso una proposición de ley urgente. La presenta a 27 días de las elecciones catalanas y el PP dice que no es electoralista, a pesar de que la propuesta de reforma del alto tribunal no sale del gobierno, sino del partido, a pesar de que la proposición la presenta el portavoz del partido en el Congreso, Rafael Hernando, y a pesar de que a su lado estaba el candidato del Partido Popular a la Generalitat de Catalunya. Pero dice el PP que no es una decisión electoralista.

El Partido Popular vuelve a utilizar al Tribunal Constitucional para sus fines políticos, quiere convertirlo otra vez en una herramienta que nada tiene que ver con su función. Porque, en este caso, hay otros mecanismos, como la justicia ordinaria y otros tribunales que tienen la capacidad sancionadora de la que ahora el PP quiere dotar al Constitucional. De hecho, ya hay proceso judicial a Artur Mas por la convocatoria de la Consulta del 9-N. El PP vuelve a intentar insuflar carga política a este Tribunal. Y vuelve a tomar decisiones en función de un nombre o una situación.

Y este es el problema. La incapacidad política le lleva a buscar soluciones a través de otras instituciones del Estado. Estamos a 27 días de las elecciones, esas que Artur Mas llama plebiscitarias aunque son unas elecciones autonómicas, y Rajoy le responde con una iniciativa de la que se deduce que Rajoy le ha comprado a Mas la definición de plebiscitarias. Y mientras tanto la política sigue de vacaciones. Ya sabíamos que a estas alturas el diálogo o la negociación eran imposibles, pero si había alguna posibilidad aunque fuera remota, hoy ha vuelto a saltar por los aires. Artur Mas debe sonreír por debajo de la nariz, mientras que Rajoy le traspasa la responsabilidad a otro, porque este al final debía ser su plan, esperar y esperar y luego acudir al Constitucional, aunque esta vez tenga que hacer algunos retoques para que le sea útil. Hacerlo peor era imposible.