Mal día para insignificancias

Mal día éste para andarse con minucias. Por ejemplo, la miseria de ver cómo se han escondido todos los responsables del Gobierno y del Partido Popular, a la vista de que el paro ha subido y de que se han destruido 134.000 puestos de trabajo en el mes de agosto. Ni la ministra de Trabajo, ni el parlanchín portavoz del PP, el pimpollo Pablo Casado o, desde luego, Mariano Rajoy, han salido a dar la cara, cuando hace tan solo un mes llenaban las pantallas de sus teles amigas, bien jaleados en las portadas de la Prensa del Movimiento, con sus grandes logros en el empleo.

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Menor también esa comparecencia de Artur Mas, crecido gracias al monumental disparate de querer reformar el Constitucional manu militari, que solo ha logrado lo que quería el president de la Generalitat: reforzar la idea de que las elecciones del día 27 son plebiscitarias y dar argumentos para tapar mordidas y corrupciones variadas.

Todo ello, digo, son auténticas insignificancias ante esa foto de un guardacostas sosteniendo en sus brazos el cadáver de un niño, ahogado antes de poder llegar a la playa turca de Bodrum. Esas delgadas piernecillas, esos pies calzados con unas botitas que ya ninguna tierra de acogida llegarán a pisar, se han convertido en la imagen de la vergüenza y el horror de un mundo que se presume civilizado.