Avanza el calendario catalán y la política solo aporta más enfrentamiento

Madrid

El martes fue Angela Merkel, hoy ha sido David Cameron. Cada vez que el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, se reúne con algún mandatario extranjero le debe pedir que en su comparecencia posterior advierta a Artur Mas de los peligros de abandonar España. Y ellos lo hacen bajo la mirada complaciente de Rajoy que con los ojos le manda un mensaje a Artur Mas, para que te enteres, le dice. Mientras tanto, desde su partido lanzan la propuesta de reforma del Tribunal Constitucional con otro mensaje a Mas, si te excedes, le dicen, la justicia caerá implacablemente sobre ti.

Luego están las cartas. Felipe Gonzalez les habla a los catalanes a través por correspondencia, al cabo de un par de días Duran Lleida responde por la misma vía. Desde Catalunya, Artur Mas, utiliza sus comparecencias y apariciones en medios de comunicación para lanzar sus mensajes, la independencia es posible, desde Madrid solo llegan agresiones e incluso la investigación a Convergència por corrupción es otra artimaña del gobierno para acabar con nosotros.

Cada uno de los actores de esta cuestión utiliza su fórmula para dejar clara su postura, alimentando el frentismo y tensando el pulso. Se hablan los unos a los otros sin hablarse, se retan sin mirarse, se amenazan sin encontrarse. Es de locos. La política a través de los medios y la correspondencia. El diálogo y la negociación directa han desaparecido.

Y así hemos llegado al mes de septiembre, mes clave, la Diada, la campaña electoral, las elecciones en Cataluña el día 27. Avanza el calendario y la política lo único que nos aporta son amenazas, iniciativas peligrosas y declaraciones fatuas. Y miro hacia los dos lados. Avanza el calendario y aquí nadie ha sido capaz de encontrar una salida a un problema que seguro que tenía una salida, pero cuando quien debe encontrarla se envuelve en banderas, en excusas para esconder sus problemas, en iniciativas parlamentarias abusando de su mayoría absoluta, en el uso político de las instituciones judiciales, la salida es imposible. Y los que estamos en medio miramos atónitos tanto despropósito.