Ahora, además, a los refugiados les llamamos terroristas

Madrid

Se acumula el trabajo para tratar de Cataluña. El extraordinario debate de ayer en este mismo programa, por ejemplo, daría para unos cuantos Ojos. O esa propuesta de tercera vía, tan sensata como retrasada en el tiempo, que contó con el apoyo de todos los pesos pesados socialistas, una iniciativa obvia y democrática, que debería de haber centrado el diálogo entre Barcelona y Madrid desde hace mucho, mucho tiempo, y que Mas y Rajoy han despreciado para acabar en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, condenado al fracaso y a la desunión.

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Tampoco están mal esas campanudas afirmaciones del ministro de Defensa, Pedro Morenés, en las que nos viene a decir que está convencido de que no será necesario bombardear las Ramblas. Siempre es de agradecer, la verdad, pero es curioso que en pleno siglo XXI tengamos que oír, otra vez, que las Fuerzas Armadas son perfectamente democráticas y están sujetas al Estado de Derecho. Faltaría más, señor ministro.

Y mientras estas cosas pasan, la tragedia de los refugiados sigue su curso. El ministro del Interior, el inefable Jorge Fernández Díaz, está muy asustado porque teme que entre ellos se cuelen yihadistas. ¿Qué pensará entonces el ministro del Interior alemán, país que está dispuesto a acoger a 50.000 refugiados? ¿Allí no entrarán yihadistas?

¿Es esta bobada todo lo que tiene que decir el Gobierno español ante semejante tragedia?