¿Hasta cuándo aguantará la desesperación de los refugiados?

Madrid

De nuevo nos enfrentamos a las fotos, tremendas, de miles de hombres, mujeres y niños en las fronteras de la civilizada Europa, implorando por un lugar donde poder vivir con un mínimo de dignidad. Anteayer fueron los gases lacrimógenos de Hungría, y ayer fue Croacia, un país con menos habitantes que la Comunidad de Madrid, quien hizo frente al acoso de familias enteras, exhaustas y hambrientas, que muy pronto acabarán con sus pocos recursos. Y la paciencia, también perderán la paciencia.

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Ante la pasividad de las autoridades comunitarias, que han vuelto a convocar una reunión para el día 23, como si tanto sufrimiento pudiera esperar a la agenda de los señores ministros, habrá que empezar a dudar sobre el fin último de esta escalada de incompetencia, además de falta de humanidad.

¿Quizá están esperando algunos líderes europeos a que la desesperación lleve a los refugiados a una violencia que justifique una respuesta también violenta? Ojalá no se esté jugando con fuego. España, desgraciadamente, ya tiene experiencia en acciones violentas para impedir la entrada de inmigrantes. Las cuchillas de las vallas de Ceuta y Melilla, como saben. Pero también aquellos disparos de pelotas de goma por parte de la Guardia Civil contra unos inmigrantes africanos que intentaban alcanzar la costa a nado.

Malo, muy malo será que la Europa de los derechos humanos recurra a utilizar las armas.