Y Hungría sigue sin ser sancionada por su actuación en la crisis de refugiados

Madrid

Acuerdo en la Unión Europea para el reparto de refugiados en Europa. Acuerdo para repartirse a 120 mil personas. Amplia mayoría pero no unanimidad, cuatro países han votado en contra Eslovaquia, Rumanía, la República Checa y Hungría. Finlandia se ha abstenido.

Una sutura demasiado pequeña para una herida que no deja de sangrar. El número que se reparte Europa es una mínima parte de los cientos de miles de refugiados que desde hace cuatro años malviven, primero en los países limítrofes con Siria y ahora en las fronteras de Europa. El éxodo no es de hoy ni de ayer, el éxodo empezó hace mucho tiempo tanto como Europa ha estado sin mirar a esas fronteras que le parecían tan lejanas.

Que pregunten los dirigentes de la Unión Europea a Jordania, donde han acogido ya a miles de ellos, o al Líbano o a Turquía o incluso a Irak. Mientras no llegaron a nuestras fronteras no sabían de su existencia, o peor ignoraban su existencia porque les tenían muy lejos. Pero los refugiados eran iguales, familias enteras, niños, todos huyeron de la muerte en un país devastado. Pero a Europa le dio igual.

Ahora se reparten a 120 mil y además Europa se divide en dos. La vieja Europa por un lado y las nuevas incorporaciones por otro. Dos maneras de entender Europa, de entender los valores de Europa. El problema es que los viejos, entre ellos los fundadores, parece que no tienen claro tampoco qué es Europa. A día de hoy Hungría, que ha votado en contra del reparto, sigue sin ser sancionada por su actitud en esta crisis, con vallas, cierre de fronteras y utilización de material antidisturbio.

Y luego está España que ahora se pone al frente de la recepción de inmigrantes con lo que Europa le obliga pero que lleva meses ignorando a los que llaman a la puerta en Melilla. Merkel les ha cuadrado , pero lo que no diga Merkel no existe.