Cuidado con pasarse de frenada

Tantos meses, incluso años, han estado callados quienes debían de haber hablado alto y claro, que ahora parece como si estuviéramos asistiendo a una de esas funciones de teatro de grupos aficionados, donde los pretendidos actores tapan su torpeza subiendo el volumen de sus voces. Gritan mucho, pero con ello la obra no solo no mejora, sino que se convierte en un batiburrillo indigerible.

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Los silentes desde hace meses, con Mariano Rajoy al frente, seguidos de casi todos los políticos, los empresarios, los banqueros -y escriban en una línea de puntos imaginaria a todos aquellos que a ustedes les parezca oportuno-, han permanecido mudos ante el progresivo desafío, con palabras y hechos, de Artur Mas, sin hacer caso del evidente peligro ni hacer nada, absolutamente nada, como don Tancredo en medio de la plaza, para frenar la ola de la anunciada independencia de Cataluña.

A aquella vergonzante parálisis, a aquel abandono de sus obligaciones, Rajoy de nuevo el primero, le sigue ahora, cuando el daño ya está hecho, una histérica reacción ante la llamada a rebato donde se sobreactúa sin pudor. Desde la banca al fútbol, pasando por Pronovias, todos se apelotonan ahora -¡ahora!- en este camarote de los hermanos Marx. Alguien gritará 'y dos huevos duros' de un momento a otro.

¿Qué tal si usamos el cerebro y olvidamos las vísceras?