Rascacielos anticapitalistas y apóstatas en San Sebastián

San Sebastián

La jornada de este martes en el Festival de Cine de San Sebastián se ha llenado de dos propuestas innovadoras. Por un lado, el prometedor Ben Wheatley ha presentado High-Rise, basada en la novela El rascacielos de J.G. Ballard. Una mezcla del cine de Cronenberg y de esa crueldad vecinal que Álex de la Iglesia nos mostraba en La Comunidad. La otra es menos críptica, se trata de El apóstata, del uruguayo Federico Veiroj, la historia de un tipo empeñado en apostatar, en dejar de pertenecer.

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High-Rise muestra el lado más sombrío de la condición humana. Es como si la limusina de Cosmopolis de Cronenberg se condensara en un rascacielos gigante en cuyos pisos más altos los habitantes gozan de un lujo superior al de los pisos inferiores. Una crítica a la explotación de clases y a la deshumanización de la modernidad con buenas interpretaciones de Sienna Miller, Luke Evans y Tom Hiddleston. La cinta de Ben Wheatley (Turistas, Kill List), puede presumir de ser la propuesta más original de lo que hemos visto hasta ahora en esta sección oficial, con una puesta en escena delirante e hipnótica y ABBA de banda sonora, aunque su alocada narración ha generado disparidad de opiniones.

Si en Acné, un adolescente perdía la confianza en sí mismo y en La vida útil, un joven perdía su trabajo, Federico Veiroj se centra en El apóstata en un hombre obsesionado con que le dejen apostatar, no por haber perdido la fe, sino porque no quiere pertenecer a nada que le sea impuesto. "Yo digo que quiero dejar de pertenecer a algo que soy", decía el director que reconocía que alguno puede aplicar este deseo de apostasía al procés catalán.

"Es algo que puede pasarnos en muchos ámbitos de la vida, alguien que quiere dejar de pertenecer a algo, que no se siente representado por algo". explicaba Veiroj. Protagonizada por Álvaro Ogalla, junto a Bárbara Lennie, Marta Larralde, Jaime Chávarri o Vicky Peña, El Apóstata se estrena la semana que viene en España.

La tercera película de competición ha sido The boy and the beast, primera cinta de animación en competir por la Concha de Oro. El honor lo tiene el maestro Mamoru Hosoda, director de La chica que saltaba a través del tiempo o Digimon. El trabajo de Hosoda es menos lírico que el de Miyazaki (El viaje de Chihiro) y ha gustado en este certamen por la sencillez de la propuesta, una historia de maestro y discípulo, de aprendizaje, relevo generacional y respeto.

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