¿Los bailes de Iceta suman o restan?
Mejor un político moviendo el esqueleto que un candidato que es un hueso. Pero también cabe argumentar que determinadas actitudes pueden tapar con la anécdota el mensaje sobre lo importante
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Madrid
Miquel Iceta, candidato socialista a la presidencia de la Generalitat de Cataluña, ha convertido sus peculiares bailes en marca de su campaña. Ayer los defendió en El intermedio frente a las críticas. Ni Iceta es la primera vez que baila, ni es el primer político que hace cosas extravagantes para captar un voto, ni somos nosotros nadie para discutirle el derecho a hacer lo que crea conveniente. Cosas más raras hemos visto.
Lo que nos preguntamos es por su eficacia. Se puede defender que actitudes así humanizan al personaje y lo acercan a sus potenciales votantes. Mejor un político moviendo el esqueleto que un candidato que es un hueso. Pero también cabe argumentar que determinadas actitudes pueden rozar el ridículo, minar la imagen de seriedad que se presupone a quien aspira a tan alta magistratura y tapar con la anécdota el mensaje sobre lo importante. Ahí está la polémica. Se abre el baile de las opiniones.