“Tengo dos trabajos; necesito un tercero”

Madrid

Montse acaba de colgar el teléfono. Está buscando su tercer trabajo porque no puede salir adelante con esto. Trabaja como profesora asociada en la Universidad Complutense y tiene un contrato de un cuarto de jornada en la Escuela Oficial de Idiomas. Son sus dos empleos, con los que suma unos 750 euros al mes.

Mano de obra barata

Su currículum no ha dejado de crecer: filóloga hispánica y doctora en Filología Clásica, experiencia en el extranjero, idiomas, organización de cursos intensivos, investigación... A sus 40 años se lamenta de que como becaria postdoctoral vivía mejor.

Desde 2013, se define como "mano de obra barata de la enseñanza", una situación que afronta con la tranquilidad de saber que tiene el apoyo familiar. Esta ayuda no impide que sea consciente de que si no fuera porque vive "de prestado" en casa de su hermana no podría permitirse un alquiler. "Como no puedo pagarme el alquiler entero, comparto el piso. Para mí, para mi dignidad es terrible", explica Montse.

Sin planes a largo plazo y sin ocio

Montse es de letras, pero hace muchos números: las cantidades que tiene que aportar a Hacienda al tener dos pagadores, los 153 euros que tiene que pagar como "tasa de compatibilidad" al trabajar en la Universidad Complutense y en la Escuela Oficial de Idiomas, los gastos de transporte...

Su vida social ahora es más limitada. Sus amigos lamentan que tenga "mucho trabajo". Ella les contesta: "No sólo es el trabajo, es que no puedo. No me puedo estar gastando los 30 euros de una cena y una copa". De ahí, que sus amigos la inviten para que ella no tenga que pagar. El último gesto, el de una de sus mejores amigas, que decidió regalarle una estancia de tres días en la playa.

Su precariedad le ha impedido hacer planes a largo plazo: "El trabajo es fundamental, pero no es el único ámbito de una persona. Necesitas otros muchos más ámbitos. Pero si estás mal, te terminas frustrando. No puedes hacer otras cosas y, mentalmente, es un estrés".

La precariedad no entiende de edades

Ella tiene claro que la precariedad "no entiende de edades". Sus alumnos le cuentan las prácticas o contratos que les ofrecen y por eso decidió un día explicarles su situación laboral. Todavía recuerda la conversación: "Se quedaron con la boca abierta y me preguntaron: '¿Montse pero por qué sigues aquí?". Y les dije: "Por vocación, me gusta enseñar".

Montse tiene la vocación de la enseñanza y eso no lo puede cambiar. Su aspiración es sencilla: poder vivir de su trabajo. Por eso forma parte de la Plataforma de Profesorado no Permanente de la Universidad Complutense, desde la que reclaman poner fin a la vulnerabilidad del profesorado en la universidad pública.