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Antonio Costa: la alternativa de la alternancia

El alcalde de Lisboa se presenta a las elecciones con la idea de dar a los portugueses una alternativa a la política de austeridad

El secretario general del Partido Socialista de Portugal Antonio Costa / ANDRE KOSTERS (EFE)

Lisboa

Antonio Costa era alcalde de Lisboa hasta que decidió disputar el cargo de secretario general de su partido en el otoño del año pasado, con un único objetivo: recuperar el poder y “dar a los portugueses una alternativa a la política de austeridad” del gobierno conservador liderado por Pedro Passos Coelho. Los socialistas perdieron las elecciones en junio de 2011, después de que José Sócrates se viese obligado a solicitar el rescate financiero para evitar la bancarrota y a firmar el memorando de entendimiento con la Troika. Es decir, los socialistas también habían aceptado la austeridad, y Antonio Costa prefirió dejar a Antonio José Seguro el desgaste de hacer oposición durante los primeros años del ejecutivo de Passos Coelho. Cuando entendió que era el momento de entrar en acción, presentó su candidatura para liderar el partido. Los seguidores de António José Seguro lo calificaron como una traición. Pero los seguidores de Costa lo presentaron como el salvador, no solo del partido, sino de la patria. Y durante unos meses parecía serlo, a ver por los sondeos. Sin embargo, según han ido pasando los meses, y también en base a las encuestas, parece que Antonio Costa no ha conseguido terminar de convencer a los portugueses de que su “alternativa política” es la solución para los numerosos problemas del país. El primero, la falta de crecimiento económico. Costa estima que con un 4% podrá reponer todos los derechos sociales suprimidos por el actual gobierno conservador de Passos Coelho, así como bajar el IVA, reponer los sueldos y pensiones y eliminar impuestos. La cuestión está en saber cómo va a conseguir ese elevado crecimiento económico. En ese tema no ha conseguido ser claro en el mensaje. Así que al final, durante toda la campaña, las encuestas lo han situado en empate técnico con la coalición conservadora liderada por Passos Coelho, que aparece con ligera ventaja. Es decir, Antonio Costa, animal político con un currículo más extenso que su rival, no termina de convencer. La herencia de Sócrates pesa mucho en su candidatura, por más que él haya tratado de desmarcarse del pasado socialista. Pero Costa no puede olvidar que fue el número 2 del gobierno de José Sócrates y, por eso, muchos portugueses lo asocian al pasado, viéndolo más como alternancia que como alternativa política.

Costa está acostumbrado a luchas políticas reñidas, ya las ha vivido anteriormente, como también ha vivido en el pasado varias derrotas por pocos votos. Ahora, si las encuestas no se equivocan, este domingo podría volver a pasarle lo mismo. O podría vencer también con pocos votos de ventaja, lo que tampoco le augura un futuro fácil. A sus 54 años, después de ser alcalde de Lisboa, diputado durante 11 años y ministro en varias ocasiones, Antonio Costa quiere llegar a primer ministro. Es un hombre de acción, culto y defensor de la igualdad de género, algo que ha heredado de su madre, siempre a su lado, también en los mítines. Entró en las Juventudes Socialistas con 14 años y después estudió Derecho, profesión que ejerció antes de ser diputado. Es un político respetado pero pesa sobre él el rescate solicitado por Sócrates, que además es el principal protagonista de un escándalo de corrupción financiera, fraude fiscal y blanqueo de capitales. Por eso, aunque quiera devolver derechos a los portugueses, antes tiene que convencerlos de que eso no les llevará a tener que pedir otro rescate.

 
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