Ellos sabrán, pero la unión de la izquierda daría otros datos…

Madrid

Estamos a 70 días de las elecciones generales y cualquier encuesta solvente, y la de Metroscopia lo es, agita el panorama al menos durante algunas horas, que aquí y ahora ya no hay información que aguante ni un par de días. Temblorosa como un flan, la situación política vibra demasiado ante cualquier acontecimiento. Una piedra en el estanque aparenta un tsunami. Pero hay algunas cosas que parecen firmes. Por ejemplo, la resistencia a desaparecer de los dos grandes partidos, PP y PSOE, a los que sus votantes se aferran desesperados en tiempos agitados.

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Pero también salta a la vista que los emergentes se consolidan y caminamos a un espacio a cuatro, con el pimpollo Rivera apuntando a lo más alto. Pero este Ojo no puede por menos que constatar una evidencia que amenaza con hacerse irresoluble: la imposible unidad de la izquierda. Ya no se trata tan solo de la antigua y difícil tarea ideológica de unir la blanda socialdemocracia con la izquierda irreductible. No, no, es que resulta que ahora ya hay dos recias izquierdas, pero cuyos líderes, otros dos pimpollos, son incapaces de sumar escaños y energías para ofrecer a los votantes. ¿Alguien lo entiende? Por lo demás, hoy es el Día de la Hispanidad, aquél en el que se celebraba un desfile que a Mariano Rajoy le parecía un coñazo. A él, tan español.