El antídoto de Ezra Furman

Ezra Furman es un tipo raro, un músico diferente que hace unos discos brutales y que antes de cumplir los treinta ha firmado una sólida discografía repleta de canciones asombrosas difíciles de catalogar o etiquetar, porque su música, como su persona, está abierta a muchas ideas y tendencias.

Este lunes, Furman se presentó con su banda en una sala Sol con medio aforo, pero a pesar de la desidia otoñal y de ser el primer día de la semana, el estadounidense recorrió con pasión su variado repertorio, un catálogo tan amplio e intenso como este chico de mirada triste que tan pronto entorna los ojos en una tierna balada como se incendian en un rock salvaje.

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El músico de Chicago demostró en Madrid que tiene algunos dones que se ven poco estos días, tiene capacidad para hacer suyos elementos de Bowie, el sonido de la banda de Springsteen y una puesta en escena tan personal como divertida. En pocos años, Furman ha dado forma a una discografía compleja y, sobre todo, repleta de grandes canciones para poner al público a bailar como si el mundo se fuese a acabar esa noche. Además, la puesta en escena, con el músico vestido con falda, collares de perlas y el pelo teñido de azul, tiene una necesaria dosis de humor que se acompaña de una banda en la que brilla un instrumento perdido para el rock, el saxofón. El de Tim Sandusky aporta esos toques elegantes e intensos que imprimía Clarence Clemons a la música de Springsteen.

Ezra presentó en Madrid –durante hora y media- su último trabajo. 'Perpetual Motion Picture' es un álbum brutal, un disco editado este verano y que muestra los talentos de este chico capaz de absorber elementos de distintas épocas y géneros para pasarlos por su propia capa de pintura presentando un cuadro de autor. Un cuadro que cuesta dejar de mirar, de escuchar en este caso, y que se muestra como uno de los discos del año confirmando a Ezra Furman como un artista excepcional con canciones tan diferentes y brillantes como 'Lousy Conection', la ingeniosa 'Ordinary life', la divertida 'Pot holes' o la delicada 'Can I sleep in your brain'. Su visita a Madrid pasó desapercibida para muchos, a otros les alegró la semana. Que necesarios son artistas así para combatir la oscuridad, para recordar que la música sigue siendo el mejor antídoto contra la tristeza y la rutina.