Vergüenza

Madrid

Hoy quiero hablarles de dos tipos de vergüenza. La que sentimos hace unas semanas tras ver la foto de Aylan muerto a la orilla de una playa turca. No sentíamos vergüenza por la foto, sentíamos vergüenza de una Europa que no había evitado esa imagen. Vergüenza de unos dirigentes Europeos incapaces de solucionar la crisis de los refugiados, enredados en cuotas y en repartos. Sentimos vergüenza de pertenecer al mismo colectivo que ellos.

El otro tipo de vergüenza en el fondo habla de lo mismo, pero en este caso sí avergüenza la imagen misma. Es la de cinco dirigentes europeos, de Grecia, de Luxemburgo y de la Comisión Europea, sonrientes junto a cuatro niños refugiados a punto de salir hacia su destino, Luxemburgo. Cinco politicos y cuatro refugiados, niños, como lo era Aylan. Porque sonríen exhibiéndose junto a los refugiados que tienen abandonados. Porque estos cuatro niños forman parte de un grupo de solo 30 que han sido reubicados en Luxemburgo.

Ellos son el segundo contingente con destino, el anterior fue de 86. En total solo, insisto solo, 116 refugiados reubicados de los 160.000 que se comprometió a reubicar Europa. Eso por no hablar de los más de medio millón que han llegado a Grecia en lo que va de año. Por vergüenza, esos cinco políticos deberían haberse escondido, no aparecer en ninguna imagen ni mostrar a cuatro niños como si fueran cuatro trofeos. Pero qué sabrán ellos de vergüenza si los refugiados siguen ahogándose en el Mediterráneo.