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Economia y negocios

Hurtos conocidos, hurtos desconocidos

EFE

Madrid

Esta semana pasada se han conocido los datos de los hurtos en el comercio, que supone unas pérdidas de 2.400 millones de euros, un 1,33% de las ventas del año. Una cifra a la baja – quizá por la reforma del Código Penal - pero que nos mantiene en los puestos de cabeza, solo superados por México, Holanda, Finlandia, China y Japón. Unos hurtos que se concentran mucho en estos meses prenavideños y durante las fiestas y de los que la mitad son achacables a los clientes y el resto a “perdidas” administrativas, hurtos de lo propios empleados, y de los proveedores. Naturalmente, los clientes que deciden no pasar por caja se llevan lo que es fácil de llevar y lo que tienen mejor salida en la reventa ilegal. Las tiendas especializadas, joyerías y relojerías y establecimientos de bricolaje acaparan las preferencias de los amigos de lo ajeno.

Un problema serio, sin duda que, sin embargo, conviene matizar. Las “perdidas” se han tratado de atajar con muchas medidas de seguridad y recientemente con la reforma del Código Penal, que convierte en delitos los hurtos y que aquellos que superen los 400 euros podrán acarrear hasta prisión de seis a 18 meses. Pero no hay que olvidar que habría que saber hasta qué punto las pérdidas no están repercutidas previamente en los precios de los productos, es decir, que pagamos “generosamente” todos los clientes de los establecimientos, vamos, los honrados. Y tampoco hay que olvidar que la mitad de esas pérdidas ni siquiera son achacables a los clientes más proclives a llevarse lo que no es suyo, que son una minoría, sino que la mitad es achacable, entre otros, a los propios empleados, es decir, falta de controles de las propias empresas. Vamos, que como siempre, pagamos los de siempre.

En cualquier caso, nuestra posición en cuanto al Barómetro mundial tampoco es tan extraña. Me gustaría en este sentido saber en qué posición estamos, en cuanto a nivel de “pérdidas”, los propios usuarios y consumidores: por ejemplo los de la banca y sus productos complejos, que ha obligado incluso a imponer colores en los productos para avisar de su peligrosidad. ¿Más reconocimiento de que hay fallos y trampas en el sistema?

Por ejemplo, ¿qué perdidas han tenido los afectados/estafados por las preferentes o deudas subordinadas en nuestro país? ¿Cuántos millones han perdido los afectados por las hipotecas suelo? ¿Cuánto dinero están perdiendo los consumidores españoles por unas políticas energéticas nefastas y por las que pagamos un altísimo precio por el recibo de la luz? ¿Cuánto nos está costando a los consumidores la falta de competencia en las gasolineras y una falsa liberalización que solo está beneficiando a unos pocos? ¿Cuánto dinero hemos perdido por la falta de calidad de las viviendas o por pleitos que nunca han llegado a buen término por la complejidad de los procesos? ¿Cuánto dinero perdemos en productos defectuosos en los que la Ley de Garantías no nos ampara como debería y terminan en la basura? ¿Cuánto dinero hemos perdido en indemnizaciones no reclamadas, en viajes por ejemplo, por desconocimiento de nuestros derechos, o por falta de medios, o por falta de papeles?¿Cuánto van a perder millones de afectados por el fraude de Volkswagen?

Y podríamos hablar de la telefonía durante muchos años, y de los seguros… Todos ellos con una enorme diferencia, si me permiten esta comparación, con los referidos hurtos de los establecimientos: para estos se han buscado afanosamente medidas para atajarlo legalmente y que, en definitiva, sean los infractores los que acaben pagando por la fechoría; y, en todo caso, que sean los otros consumidores los que paguen buena parte de la “factura”. En los otros hurtos, los que nadie ha cuantificado nunca y que por sus cuantías están mucho mejor tipificados en el Código Penal, hurtos, robos o atracos, siempre es el consumidor la víctima. Y peor: no hay posibilidades de repercutírselo a un tercero…

 
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