"Son racistas, no es una cuestión religiosa, los asesinos son asesinos"
Los vecinos de Barbès, uno de los barrios con mayor concentración de población árabe, temen que se vuelva a agitar el fantasma del racismo contra ellos después de la masacre terrorista
París
Barbès es un barrio con una alta densidad de población, tiene una imagen popular no muy positiva pero es un barrio que está cambiando mucho en los últimos tiempos. Ahora los parisinos de 30 años que no pueden comprar en zonas más burguesas se están viniendo a estas calles del este de París, porque los pisos son más baratos. "No tiene la mejor prensa pero en realidad no hay conflictos ni violencia, no es más inseguro que el distrito 16, el de los burgueses" nos dice un sociólogo experto en migraciones.
De hecho Barbès ya se está volviendo un barrio caro donde como en todos los rincones de Francia reina la consternación en estas horas posteriores a la masacre del 13-N.
En un café de la plaza de la Goutte d´Or encontramos a Fátima cocinando crepes con miel o chocolate. "Nosotros los árabes no podemos aceptarlo, lo que han hecho no está bien. Sabemos lo que esto porque en Argelia lo hemos sufrido mucho, ya hemos perdido jóvenes y niños radicalizados”, dice la mujer.
Barbès es un lugar de llegada, muy cerca de dos estaciones de tren: la Gare du Nord y la Gare du Lest. Un crisol que suele describirse como un barrio árabe, pero donde en realidad hay una diversidad parecida a la de otros muchos barrios parisinos; con muchos africanos que conviven con los jóvenes franceses de clase media que compran ahora apartamentos y buenos pisos a precios más baratos.
Cerca del café vive un policía musulmán que prefiere no dar su nombre. "No somos bárbaros, estamos en contra de la barbarie, contra los criminales. El Islam es la paz, como en la época de Al-Andalus cuando convivían todas las religiones", destaca el policía. Este oficial de la policía de París que ayer estuvo trabajando en la vigilancia de la Plaza de la República teme que la identificación de los atentados terroristas con el Islam, los refugiados o los migrantes vuelva a disparar el racismo hacia ellos, un racismo que reconoce él mismo padece.
En la terraza de este café encontramos a un abuelo franco-argelino, Brahim, de casi 80 años, apurando un té con menta. Nació en la Argelia francesa y desde hace 60 años vive en París. "Son gente egoísta, racista, que no son humanos al matar a otros, es muy duro”, se lamenta el hombre refiriéndose a los terroristas.
Barbès es un barrio seguro que no hay que estigmatizar, nos dice un licenciado en políticas y sociología. Un barrio donde está el cine Luxor, uno de los más hermosos de París, y donde sus vecinos quieren seguir conviviendo sin que nadie vuelva a agitar el fantasma del racismo.