Francia da un gallo

Madrid

Fue muy triste. Si el pueblo francés había sabido llorar su dolor con un canto emocionantemente afinado, ayer la política francesa desafinó, dio un gallo lamentable. En la primera sesión parlamentaria tras los atentados, los políticos franceses ofrecieron un patético espectáculo de desunión. El gobierno de Valls fue abucheado permanentemente, “¡a buenas horas con la contundencia!”, clamaban los halcones que, como era de esperar, ya han introducido el drama en la carrera electoral para los próximos comicios regionales. La actual energía del gobierno les perjudica, por lo cual, le prefieren como le caricaturizan, en el llamado buenismo.

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También en España algunos han trazado esa alambrada. Sitúan en un lado los que llaman buenistas, gentes en general de izquierdas, a las que acusan de estar en las nubes y ser incapaces de actuar mientras analizan infinitamente la complejidad de las cosas. Y en el otro lado se sitúan ellos, gentes en general de derechas, de refinado intelecto y sana virilidad, sean hombres o mujeres, gente con redaños, que no se deja engañar y que sabe que todo se arreglaría si los que mandan tuvieran lo que hay que tener. El gallo de los políticos franceses y nuestra disputa es una victoria del terrorismo.