Rehenes del pasado

Madrid

En política, como en la vida, nada paraliza más que ser rehén de tu propio pasado. Le está pasando al Partido Popular en este final de legislatura.

Hizo una oposición brutal a los gobiernos de Zapatero poniéndose detrás de una asociación de víctimas del terrorismo y eso condiciona tanto su presente que se ha llevado por delante a la presidenta de los populares vascos por intentar adaptar el discurso popular a la realidad de la derrota de ETA.

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Le ha pasado con Cataluña tras recurrir el Estatut de 2006 y recorrer España pidiendo firmas. Su postura de perfil bajo durante toda la legislatura, de no abrir ninguna vía de diálogo ante el suflé que todos veíamos crecer menos ellos, ha colaborado en cerrar un poco más el callejón sin salida al que Artur Más ha llevado a los catalanes.

Y la memoria del desastre de la gestión de Aznar del 11-M, con doscientos muertos encima de la mesa, pesa tanto que ahora, ante la amenaza yihadista, Rajoy no da un paso y menos sin llamar por teléfono a otros líderes parlamentarios o extra parlamentarios. Políticos a los que ha ninguneado, como Pablo Iglesias o Albert a Rivera, son recibidos ahora en La Moncloa y aparecen los primeros en su listín de WhatsApp.

Bienvenida sea la prudencia, bienvenido el evitar actuar en caliente, poner en sordina los tambores de guerra mientras nuestras fuerzas de seguridad utilizan la inteligencia para penetrar en la amenaza antes de que se materialice.

Pero a menos de un mes de unas elecciones, queremos saber, debemos saber cuál es la posición del partido mayoritario en España, su posición exacta ante la coalición internacional que se está formando para no llevarnos sorpresas si vuelve a gobernar de nuevo.