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Economia y negocios

Black Friday, verdades y mentiras

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Madrid

No voy a ser yo quien analice comercialmente el fenómeno del Black Friday, que supongo que a unos les habrá resultado más rentable que a otros. Hay quien dice que el fenómeno pasará de largo en pocos años y que tan ventajoso: los usuarios compramos lo que ya pensábamos comprar en las fiestas navideñas. ¿Interesa pues? A nosotros, si sabemos aprovechar lo que necesitamos y compramos con cabeza, seguro que sí. Otra cosa es que el bombardeo del marketing nos lleve al terreno del consumismo, del despilfarro, el consumo compulsivo…

Pero si parece claro que debe ser interesante para el comercio ahora mismo si tenemos en cuenta que cada año se apuntan más comercios y portales al fenómeno consumista. Veremos en unos años.

Sin embargo, visitadas algunas tiendas, centros y portales estos últimos días, me gustaría saber cuántos consumidores hemos sido capaces de distinguir el polvo de la paja. Es decir, las rebajas reales de los descuentos supuestos. Me explico: ni todo eran grandes descuentos, ni todo eran descuentos directos, rebajas tal cual. Ni todo el mundo que ponía la palabra “Black Friday” en sus escaparates realmente estaba aplicando descuentos en todos sus productos. Ni mucho menos. Ha habido algunos “descarados” que han colocado el famoso cartel para hacer descuentos en una mínima parte de los productos. Para mí, eso es un engaño y descalifica a cualquier comercio. Y no han faltado los que recurren al consabido “gancho” para hacernos ver descuentos que se quedan en mucho menos.

Ya no entro en si hay comercios que suben los precios previamente para dar sensación de descuentos o grandes descuentos cuando en realidad son mucho menores. O inexistentes. Facua ha llegado a denunciar estos días que “algunos comercios intentan tomar el pelo a los consumidores falseando los precios de una parte de sus productos para hacerles creer que tienen importantes descuentos que en realidad no existen o están hinchados”. Yo ni confirmo ni desmiento porque no tengo datos. Quiero creer que será la misma picaresca/engaño, denunciable, sin duda, que se utiliza año tras año tradicionalmente por algunos en las tradicionales rebajas. Pensar, como he escuchado a algunos encuestados, que todo es trampa, no me lo creo, sinceramente.

Los consumidores somos mayores, cada vez más informados y cada vez vigilamos más lo que vamos a comprar, incluso comprobando los precios días o semanas anteriores. Y más si las compras son a través de la red. Y quiero pensar que no somos tan tontos como para dejarnos engañar de forma generalizada... Y el comercio sabe que, si no juega limpio, puede ser “castigado” y “enjuiciado” peligrosamente a través de Twitter y Faceboook. Por ejemplo.

Pero lo que si pone en evidencia este tipo de “fiestas” del consumo es la falta de control, una vez más, por parte de las administraciones competentes. Ya no digo en establecer – que estaría muy bien - controles mínimos de precios para ver si nos dan gato por liebre como dicen algunos; digo en el propio control de la utilización engañosa de publicidad, cartelería o mensajes en las propias tiendas que son una tomadura de pelo par el consumidor. Y eso es mucho más sencillo. ¿Es lícito, por ejemplo, poner carteles gigantescos con descuentos de 30-40 o 50% si la mayor parte no los tienen?

Tengo la sensación que la fiebre por el consumo, con el anunciado gasto de más de 1.000 millones en compras en estos días de locura colectiva, frena ahora más que nunca, con la crisis, los pequeños brotes que pudieran pasar por la cabeza de algunos responsables de consumo de tratar de evitar engaños. Parece que lo único que vale es que se venda, es que el negocio salga adelante, es que el comercio haga buenas cajas…¡ y que el que paga apechugue con las consecuencias!

Naturalmente no habrán visto a las instituciones divulgando estos días consejos para evitar engaños, recomendaciones en la compras, recordatorio de los derechos de los consumidores… O muy tímidamente. No vaya a ser que alguien abra los ojos más de la cuenta…

De ahí la necesidad de que, más que nunca, nosotros utilicemos todas las armas que tenemos al alcance para protegernos, entre ellas las redes sociales denunciando los abusos que, sin duda, están ahí. Y evitar que piquen otros. Y nuestros derechos, claro.

 
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