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La corrupción en blanco y negro

Era previsible. El cara a cara Rajoy-Sánchez iba a remitir al pasado, y remitió. Fue un debate bronco, muy bronco, intenso, como era de esperar también tras una legislatura en la que se han rendido pocas cuentas

La corrupción en blanco y negro

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Madrid

Era previsible. El cara a cara Rajoy-Sánchez iba a remitir al pasado, y remitió. Por el propio formato de la Academia de TV, porque estaban los dos partidos del bipartidismo parlamentario saliente, que según todas las encuestas y la realidad política no existe ya en España, y sobre todo porque no hemos visto debatir al presidente del gobierno en ningún otro foro, es decir, no lo hemos visto confrontarse con la nueva realidad, ni con Podemos ni con Ciudadanos. No es el cara a cara en sí lo decimonónico -se celebra en muchos países-, lo es todo lo que ha rodeado a este cara a cara.

Fue un debate bronco, muy bronco, intenso, como era de esperar también tras una legislatura en la que se han rendido pocas cuentas. Especialmente en corrupción, con el PP investigado en todos sus frentes. Pedro Sánchez no dejó de nombrarla en casi ninguna intervención y ahí descolocó a un Rajoy que empezó displicente y acabó acorralado con un dramático “Hasta ahí hemos llegado” cuando Sánchez le dijo “No es usted un político decente”.

Pepa Bueno

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"No es un usted un presidente decente". Expresión fuerte y personal, que llevó el debate al barro, pero que en cualquier caso no debe sorprender a un Rajoy que, en plena batalla para acabar con terrorismo de ETA, acusó al presidente Zapatero en la tribuna del Congreso de haber traicionado a los muertos, nada menos.

Un cara a cara por la supervivencia frente al empuje de los emergentes no iba a ser un baile de salón. Y de lo que vimos anoche, varias cosas a reseñar: Rajoy no consiguió acreditar el principal atributo del que presume en esta campaña: su experiencia y fiabilidad. Ni en corrupción, ni en política internacional –llegó a decir que su gobierno nunca se ha negado a recibir refugiados cuando están calientes todavía las declaraciones de sus ministros poniendo toda clase de trabas – ni en economía, en la que se manejó siempre en grandes cifras, ninguneando las historias concretas, la vida de la gente empobrecida por los recortes, que Sánchez le planteó.

A Sánchez le pudo en algunos momentos la ansiedad, la necesidad de salir a matar y no acababa de rematar argumentos esenciales como el dinero negro del PP del que hablan, no sólo los españoles sino los jueces, o los recortes en violencia de género. Pero en general tuvo un lenguaje gestual más convincente, y ganó claramente el cuerpo a cuerpo.

Sobre el proyecto de España, la solución para Cataluña, el paro, la política europea o la ilusión por futuro, Rajoy recitó su mandato y Sánchez recitó su programa.

Hoy escucharemos todo tipo de análisis, balances y quinielas. ¿Ha sido el último debate del bipartidismo? Si ha determinado algo o no, lo sabremos el domingo.

 
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