“Los momentos de tensión deben ocurrir dentro de la pista y no fuera, pero el tiempo todo lo cura”

Madrid

Algo más de una semana es lo que le dura a Jorge Lorenzo la alegría de ser el campeón del mundo de Moto GP, ya que todo el trabajo que viene después hace que esa euforia vaya disminuyendo poco a poco. Pero no desaparece por completo porque le es imposible olvidar los últimos giros al circuito de Cheste. “No ha habido un campeonato que me deje mejor sabor de boca. Fue muy bonito en la pista, donde luchamos siempre a contra remolque y parecía imposible pero le hemos dado la vuelta por creer en nosotros mismos y luchar y trabajar mucho”, ha recordado emocionado Lorenzo esta mañana en Hoy por Hoy con Gemma Nierga.

El piloto no ha querido retomar la polémica de Rossi, tanto la discusión del italiano con Marc Márquez como cuando Valentino dijo que Lorenzo no se merecía el título, porque considera que se está hablando más de lo que ocurrió fuera de la pista que de lo que se consiguió en ese circuito. “Él (Rossi) tenía la teoría de que Marc me estaba ayudando a ganar y sus fans le creyeron, por eso nos atacan. Yo creo que no fue así: Si Márquez me hubiese querido ayudar no se hubiese caído intentando seguirme en el Gran Premio de Aragón”.

Aunque desde entonces el ambiente no es el mismo, Lorenzo sigue admirando al piloto italiano, al que siempre ha defendido cuando ha tenido malas temporadas, y ha justificado de alguna manera estas situaciones por la presión que se vive. “Cuando luchas por algo tan importante como el mundial de Moto GP puede haber estos momentos de tensión. Lo más lógico es que sucedan dentro de la pista y no fuera, pero todo el mundo puede cometer errores y se puede equivocar. El tiempo todo lo cura” ha sentenciado.

Sobre Márquez, aunque no hay amistad, sí ha confirmado que se llevan bien y la relación es buena: “Hay más respeto y más empatía que hace tres años”.

Lorenzo acaba de llegar de un viaje solidario a la India, donde prometió a su equipo que viajarían si ganaba el campeonato, para conocer cómo la Fundación Vicente Ferrer ha conseguido cambiar la vida de tanta gente y ha regresado conmocionado. “Fuimos a ver a niños que tienen problemas psicológicos y no pueden realizar muchas actividades, y siempre estaban con una sonrisa en la boca. También estuvimos en un centro de sordomudos, las personas más alegres que he visto en mi vida. Todo esto no lo he visto nunca en ningún sitio. Nosotros, que tenemos todo, no lo apreciamos y somos, o parecemos, más infelices que ellos”, ha reflexionado.

Al piloto ahora le quedan unos días más de trabajo pero pronto podrá disfrutar de las vacaciones con su novia y su familia, con quienes celebrará el año nuevo en su casa de Palma de Mallorca. Sus padres le apoyan y acompañan en sus carreras, algo que antes su madre no hacía por el miedo que pasaba con el peligro que corre su hijo. Con su padre tiene una unión especial. Fue el que le introdujo la pasión por las motos y, aunque tuvieron que separarse durante dos años porque los dos tienen un fuerte carácter y chocaban demasiado, desde 2013 han vuelto a entrenar juntos.