¿Apoyar a muerte a Rajoy, el otro culpable de este desastre?

Madrid

Hubo, como saben, una última y retorcida vuelta de tuerca en Cataluña, y ya tienen un gobierno presto a emprender el viaje sideral hacia la independencia. Tuvo de todo la función, desde prestidigitadores a tragadores de sables, pero por fin hemos llegado a la situación de que hay allí un gobierno en marcha mientras en Madrid seguimos en el limbo, por obra y gracia de un señor que se llama Mariano Rajoy, que se empeñó, por interés puramente partidista, en retrasar las elecciones hasta que a él le convino, errando, además, sus cálculos.

Ampliar

Vienen ahora los biempensantes, en tromba y aterrados, a exigir al PSOE que por el bien de España –su España, por supuesto-, apoye a sangre y fuego precisamente a ese señor y a ese partido que han sido, por su inactividad y su incapacidad política, los segundos culpables –el primero fue Artur Mas, quién lo duda- de que hayamos llegado a este desastre.

¿El único proyecto que se puede ofrecer a los ciudadanos que el 20-D dijeron alto y claro que querían otra forma de hacer política, es apuntalar la intolerancia de la derecha más rancia frente a la ilegalidad independentista? No puede ser. Quienes apostaron por cambiar, Sánchez el primero, deben ser capaces de acordar una alternativa ilusionante capaz de acabar con la catástrofe del enfrentamiento.

Tienen la obligación, cuando menos, de intentarlo.