¿Y si nos ponemos a trabajar?

Madrid

¿Y si nos ponemos a trabajar? Todos. Y digo todos porque me refiero a las interminables y estériles tertulias sobre los gestos, las formas y la indumentaria de algunos de los nuevos diputados en el Congreso, opinadores obsesionados en la descalificación de lo formal.

Y me refiero también a los políticos, muchos de los cuales parece que ayer se dieron cuenta de que habíamos cambiado de siglo, y que hoy han optado también por la descalificación de lo formal, y utilizar lo formal para atacar, justificar pactos o no pactos y desviar la atención de lo verdaderamente importante. Por cierto que entre lo importante, aunque les parezca contradictorio con todo lo que acabo de decir, están las impresentables declaraciones de la vice presidenta primera del Congreso, Celia Villalobos, sobre los piojos. Debería cuidar por la higiene moral de alguno que hasta ayer permanecía en su partido y que conserva su escaño aunque intente esconderse tras una columna.

Lo que toca hoy es ver cómo se pone a trabajar el congreso, si todos esos gestos que mucos han criticado vienen acompañados de propuestas e iniciativas coherentes con esos gestos, si los programas y promesas electorales entran en el Congreso. Eso es lo que verdaderamente importa y si quien presenta estas iniciativas lleva rastas o corbata es tan intrascendente que no debería ocupar ni un minuto de nuestras vidas.

A los representantes elegidos se les exige altura política, porque este país tiene mayores urgencias que el frívolo debate sobre peluquerías o moda. Hay grupos que ya han empezado a presentar iniciativas, cuando ni siquiera tenemos gobierno, el PP dice que es absurdo hacerlo si todavía no hay ejecutivo, que puede generar frustración. El PP sigue sin entender que corren nuevos tiempos, en lo estético y en lo político.