La cultura es parte de la solidaridad

Madrid

Facebook, Twitter, cientos de pequeñas páginas web de todo el mundo llevan semanas incluyendo fotos y videos sobre el rescate de personas en altamar, cientos de niños entre ellos, paralizados casi por el frío. Todo el mundo puede ver también cómo son los campamentos en los que finalmente se termina alojando a esos refugiados, los llegados por mar o los que llegaron por tierra.

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Campamentos de interminables hileras de tiendas de campaña en Líbano, Jordania o Turquía, pero también, solo que más pequeños, en varios lugares de Europa. En Dinamarca, por ejemplo, las tiendas de lona alojan, cada una, a ocho hombres, separados obligatoriamente de sus mujeres e hijos, que encuentran albergue en edificios. Encoge el corazón pensar cómo deben pasar todos ellos las horas, semanas o meses, alejados de todo lo que aman y entienden.

Afortunadamente, siempre hay gestos que alivian la pesadumbre. Grupos de músicos se ofrecen para ir a tocar conciertos, por ejemplo. O la maravillosa ONG Bibliotecas sin Fronteras que junto con el diseñador más famoso del mundo, el francés Philipe Starck, creó hace ya más de un año una cosa que llaman “Caja de Ideas” y que es un dispositivo de urgencia humanitaria para educación, información y cultura, que ya se ha ensayado con éxito en África. Una caja que pesa unos 800 kilos y que contiene, desplegada de distintas maneras, ordenadores conectados vía satélite, lectores de 5.000 libros electrónicos en idiomas adaptados a los refugiados, 250 libros en papel, cien películas, cuatro cámaras para que elaboren ellos mismos sus propios informativos o documentales, juegos, cómics infantiles… Una caja que recuerda que la cultura es también parte del ser humano y de la solidaridad.