Vísteme despacio, que tengo prisa

Madrid

Todo es tan nuevo, tan extraño en el actual paisaje político... que navegamos entre la fatiga y la fascinación, al menos a mí me pasa. A ratos fatiga porque se repiten argumentos, poses y vetos sin solución de continuidad; a ratos fascinación porque resulta imprevisible cómo va a terminar esta historia y eso le añade un plus de emoción. No sé si resulta admirable o penoso el papel de Pedro Sánchez con su traje de contorsionista, clamando por un acuerdo que parece imposible con Podemos y Ciudadanos, mientras estos le van achicando el espacio. Pero recordemos que esta ha sido la única vía para desatascar un proceso que Rajoy y el PP habían embarrado hasta dejar el terreno de juego casi impracticable. Sólo faltaba, por cierto, la negativa del gobierno a dejarse controlar por el actual Congreso, con la excusa de que está en funciones –el gobierno, no el Congreso- y la sorprendente oferta del Partido Popular para un gran pacto educativo, en lo que yo interpreto a todas luces como un intento descarado por no quedarse fuera del escenario, fuera de foco.

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Pero con todo, lo más sorprendente del momento actual es la prisa que les ha entrado a algunos para que Sánchez ventile sus opciones de ser investido presidente. En fin, ya sé que no podemos eternizarnos, que el país necesita aclararse....pero de ahí a poner el turbo....creo sinceramente que hay una diferencia. La único duda –y no creo ser el único- que me corroe es si todo esto va en serio o es pura representación. Porque si va en serio y al final no hay ningún acuerdo, pues qué le vamos a hacer...pero si alguien nos está haciendo perder el tiempo –y por lo tanto tomando el pelo- a sabiendas, eso ya sería mucho más grave. Y tarde o temprano se descubrirá.