El crítico de títeres
Lo primero que circuló es que en un espectáculo de títeres se había sacado una pancarta de Gora Eta. Delante de los niños. Una vez incrustada esa idea en gente que soñaba con la rentabilidad política de algo así es muy difícil sacarla
Manuel Jabois: 'El crítico de títeres'
02:35
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/001RD010000004013021/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Madrid
Una de las ventajas de desaparecer justo cuando se produce el incidente de los titiriteros es que al volver ya está todo opinado. Y puede uno fijarse en otras cuestiones más allá de lo obvio. Cuestiones que además suelen repetirse en escándalos así.
Más información
Una tiene que ver con la calidad artística. Es lo primero que se descalifica cuando se quiere defender judicialmente la obra. "Malísima, de dudoso gusto, pero no es para que sus autores estén en la cárcel". Naturalmente es compatible que la obra sea mala y que no haya ningún delito en ella, pero ha ocurrido más veces y siempre en esa dirección, como si la coartada artística, el juicio sobre la calidad, le hiciese a uno más independiente y más democrático. Como si se quisiese dar una de cal y otra de arena. Se le llena de muchos adjetivos malos para decir después: "Hombre, pero no delictivo". Menos el juez, ya sabemos todos que no es delictivo, no hacía falta que los españoles que llevasen dentro un crítico de títeres lo sacasen fuera.
Hay un error de gestión, un error grave. Una obra nacida para un contexto determinado, para un contexto adulto, se desplaza a uno mucho más sensible que es el de los niños. Que para empezar no deben de entender nada.
En estos casos tiene mucha importancia la primera noticia. Y lo difícil que es abortarla cuando esa noticia confirma una idea, un prejuicio, una intención política. El viernes lo primero que circuló es que en un espectáculo de títeres se había sacado una pancarta de Gora Eta. Delante de los niños. Un delito de enaltecimiento de terrorismo. Una vez incrustada esa idea en gente que soñaba con la rentabilidad política de algo así (Eta, Podemos, etcétera) es muy difícil sacarla. Se supo, con más información, que la pancarta era Gora Alka-Eta, y formaba simplemente parte de la obra. Curiosamente aparecía para inculpar al personaje. Pero esa ficción, la ficción de los titiriteros, había llegado tarde; ya triunfaba la ficción de que se había hecho apología de ETA.
Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario...