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SÁBADO 10:00H.

Mil ojos te están vigilando

¿Estamos ante el fin de la vida privada? ¿Los gobiernos nos someten a una vigilancia clandestina masiva? ¿Cómo se puede establecer la frontera entre seguridad y libertades civiles?

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Madrid

“Desde 1940, el Estado está compinchado con las empresas de telecomunicaciones y accede a todo: extractos bancarios, datos informáticos, correos electrónicos, llamadas telefónicas… Cuanto más enganchado estés a la tecnología, más fácil es ficharte. Antes, era necesario pincharte la línea pero ahora los satélites la capturan directamente. La NSA tiene más de cien satélites-espía clasificados como secreto de defensa y en su sede en Fort Meade dispone de una red informática subterránea de nueve hectáreas…”.

Esta conversación forma parte de la película norteamericana Enemigo Público, dirigida por Tony Scott, en 1998. En dicha cinta el actor Gene Hackman, en el papel de Edward Brill Lyle, un experto informático, informaba a un abogado de Washington interpretado por Will Smith de la más importante agencia de seguridad norteamericana, la National Security Agency. La NSA depende del Pentágono, puede acceder a los servidores de las compañías de Internet más importantes para conseguir cualquier información (produce más de 50 toneladas de documentos clasificados cada día) y opera de forma desconocida en todo el mundo. Una excelente película que puso de manifiesto el poder oculto de dicha agencia.

De la actividad clandestina de las agencias de seguridad, las alianzas de los Estados con las grandes empresas de Internet y la amenaza que se cierne sobre nuestra vida privada escribe nuestro entrevistado, Ignacio Ramonet, en su libro El Imperio de la Vigilancia (Editorial Clave Intelectual). Un brillante y riguroso análisis del Gran Hermano en el que se han convertido nuestras sociedades.

¿Estamos ante el fin de la vida privada? A su paso por A Vivir Ramonet ha explicado que nuestra vida privada se ha acabado y esto es difícilmente recuperable. Tras la oleada de ataques terroristas que desde hace años vienen golpeando ciudades como Nueva York, Londres o Madrid, los gobiernos han utilizado el enorme temor de una población en estado de shock para intensificar la vigilancia y reducir la protección de nuestra privacidad. Desde el espacio satélites y drones controlan minuciosamente nuestros pasos, cámaras de vídeo nos espían de manera silenciosa por las aceras de las ciudades, rayos infrarrojos nos siguen la pista en aeropuertos u otros lugares… Con la inimaginable revolución digital que estamos viviendo la vigilancia clandestina masiva ya es una práctica habitual.

ENTREVISTA CON IGNACIO RAMONET (27.02.2016)

25:52

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