Donald Trump es un McGuffin

Madrid

Yo del Supermartes sé que era un concurso histórico de la Televisión de Galicia. Lo presentaba Superpiñeiro. Y cuando yo tenía 13 años y empezaba a enterarme de que había vida fuera de Galicia, y leí que los candidatos estadounidenses pasaban por un Supermartes, creía que llegaban a Galicia para concursar con Piñeiro.

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No deberíamos nunca dejar de ser niños. Aunque también digo que este año me asustaría un poco ver a Donald Trump aterrizando en Santiago de Compostela, como sustituto del botafumeiro de la Catedral... o del electricista.

Hemos conseguido pasar de las primarias en Estados Unidos a Galicia. Hay pocos asuntos mundiales que no se expliquen gracias a Galicia. En este caso, supongo que hacemos uso de la libre circulación de personas y de ideas. Y precisamente gracias a eso, a la ausencia de muros también mentales, Donald Trump tiene a mano ser candidato a la presidencia de los Estados Unidos. Es el único personaje público que va más allá de su caricatura en South Park. Y defiende una América grande, como él la llama, encerrada en sí misma, protegida del exterior hasta la paranoia y blindada por las superélites que representa.

Puse a Galicia como ejemplo pero pude decir cualquier otro sitio. Trump, que dice amar a la gente sin estudios porque según él es la más lista, encarna a una parodia de ciudadano medio que se enorgullece de no saber qué hay fuera de su pueblo porque su pueblo es el más grande, el más libre y el más fuerte. Trump, que dijo que no perdería votos si se disparase a gente en la Quinta Avenida, ha sido el juguete favorito de la prensa, que lo ha aupado porque daba titulares y clics a sus noticias. Ha sido tratado como McGuffin, incluso por su propio partido, porque era tan delirante que resultaba divertido en su locura.

El falso señuelo o McGuffin de Hitchock en Psicosis era la protagonista aparece en un motel huyendo con dinero robado. Luego tiene la necesidad de pegarse una ducha, y no le sale bien. Donald Trump se hizo como McGuffin en la primera parte de la campaña republicana y como protagonista en la segunda, esta vez ya no como rubia ladrona sino como la señora madre de Norman Bates, que no existía, pero ganaba elecciones a su manera.

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