El acuerdo entre Turquía y la Unión Europea para facilitar la expulsión de los inmigrantes que lleguen de manera irregular tiene ya una primera consecuencia: ha provocado un aumento de las protestas de los refugiados en los campamentos en los que malviven. «Siento que es imposible vivir aquí con mis hijos. No puedo soportarlo. He estado aquí durante diez días» nos cuenta Nisrine que huyó de Alepo con sus cinco hijos tras el asesinato de su marido por una bomba hace tres años. «Ahora soy la madre y el padre al mismo tiempo» nos cuenta. Nisrine está en Idomeni, en la frontera entre Grecia y Macedonia dónde desde el lunes se suceden las protestas de unos refugiados que empiezan a estar cansados de estar atrapados en ese campo sin saber qué va a ser de ellos.