La agenda pendiente

Madrid

Esta semana se van a cumplir diez años de la aprobación del Estatuto catalán por el Parlamento español. Dos meses después sería aprobado en referéndum y posteriormente enmendado por el Constitucional. En buena parte, de aquellos polvos, estos lodos. Al eliminar cualquier eficacia jurídica al preámbulo y a las referencias a Cataluña como nación, aquel texto podía haber sido un lugar de encuentro.

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Una oportunidad para el encaje consensuado de Cataluña. Pero hoy, una década después, está más lejos que nunca. Rotos los consensos, crecido el independentismo, los partidos tradicionales en declive, la sociedad fracturada y abierto un proceso de desobediencia. El disparate total.

Aquel Estatut, si exceptuamos a ERC, que lo rechazó por insuficiente, y al PP, que lo celebró como un triunfo, permitió un amplio acuerdo con CiU, y PSC a la cabeza. Pero lo grave es que a este desafío oponemos unas negociaciones políticas aún en el aire cien días después del 20-D, un aroma a elecciones anticipadas casi inevitable y a unos líderes políticos que llevan tres semanas sin encontrar hueco en sus agendas para negociar y cerrar un pacto o para explicarle a los españoles el motivo de su incapacidad.

Y no solo es Cataluña. Al margen de los graves problemas socioeconómicos de España, es también la crisis de los refugiados, es el terrorismo islamista o es incluso el papel que España debería jugar en la apertura cubana. Pero para eso hace falta un Gobierno. O al menos alguien que explique porqué no lo tenemos.