Los papeles de Panamá
Vivimos en un sistema podrido para el cual la democracia es un juguete, el tinglado de la vieja farsa, cartón piedra para mantenernos entretenidos
iñaki
Nuestra pequeña vida cotidiana, nuestros esfuerzos, hasta nuestra democracia queda en ridículo cuando sabemos cosas como la de los papeles de Panamá.
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Mientras despachos como el panameño de Mossack Fonseca registraba miles de sociedades offshore, facilitando la ocultación de patrimonios en paraísos fiscales a jefes de Estado y de Gobierno, amigos, familiares, magnates, estrellas de todos los firmamentos del espectáculo que llevan años burlando la ley y burlándose de nosotros. Y mostrando el ángulo más repugnante de la desigualdad, el que consagra dos universos jurídicos distintos. Uno en el que vivimos los más, y otro, que protege a los menos con pequeños pellizquitos de ficción justiciera de cuando en cuando que no engañan a nadie.
Sí, es apetitosa a la vista, aunque no hay que precipitarse porque seguramente cada cuenta se encuentra en una situación legal diferente. Esto acaba de empezar, pero sí estalla insoportable la sensación de que vivimos en un sistema podrido para el cual la democracia es un juguete, el tinglado de la vieja farsa, cartón piedra para mantenernos entretenidos. Por fortuna, hay quien está dispuesto a luchar. Ahora bien, ¿cuántos despachos como este panameño habrá en el mundo? ¿Decenas? ¿Centenares? ¿Miles?