"Hemos globalizado la indiferencia"

Madrid

“Si hablando del Evangelio no molestas es que lo estás haciendo muy mal. Jesús molestó y por eso le mataron. El Evangelio es incomodidad y tiene que ser molesto”. Son palabras de nuestro invitado, un hombre fuerte de espíritu que ha dedicado su vida a los más marginados. Se llama Joan Badía y es padre prior de la orden de los Carmelitas Descalzos en Barcelona.

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Badía (Lérida, 1964) estudió Magisterio y después Teología. Tras finalizar sus estudios en Barcelona y Roma se marchó a República del Congo (África) donde trabajó varios años en proyectos sociales, especialmente con niños. Allí aprendió a qué saben el dolor y la frustración. En aquella tierra todas sus fantasías, sueños e ideales se toparon con el sufrimiento de los más marginados, de los que no importan a nadie. Joan conoce muy bien el lado oscuro de ese continente, la miseria a causa de las incesantes guerras civiles, la realidad de los niños soldados o de las violaciones en masa. África le produce un gran desgarro porque “se ha convertido en un continente mártir”.

Su viaje al corazón de aquel continente le marcó para siempre, sacudió los cimientos de sus creencias convirtiéndole en un hombre de fe que cuestiona los dogmas. Sus palabras son sinceras, beligerantes e incómodas y han enfadado en más de una ocasión al arzobispado de Barcelona. Joan sueña con una Iglesia menos egocentrista, más cercana y que quiera enfrentarse a nuevos desafíos. Hacer teología libre, desmarcarse e incomodar son cuestiones necesarias aunque a la jerarquía eclesiástica le moleste: “Hay muchos cardenales que no han tocado la realidad”.

Sus palabras emanan desde las entrañas, son un alegato frente al anonimato en el que están sumidas las personas que realmente trabajan por mejorar el mundo. Hastiado ante el espectáculo político y social que nos conduce a un mundo cada vez más insolidario, ha hablado de dolor y decepción pero también de la dignidad de los que, pese a todo, luchan por los demás. “La pobreza es la falta de respeto de la riqueza y del primer mundo. Hemos globalizado la indiferencia. Siento decepción con los que organizan el mundo pero también albergo esperanza porque, a pesar de todo, la gente de la calle es buena y solidaria. Creen que otro mundo es posible”.

Charlar con Joan te enseña a tener otra mirada. Sus palabras te dejan en carne viva. Hay que hablar de los olvidados, identificarlos, porque “Dios habla a través de las personas más pequeñas y necesitadas”. Y su vida es caminar junto a ellas.